La propuesta de Mónica García para que los trabajadores puedan declarar responsablemente la baja laboral los tres primeros días de gripe o similar es tan obvia que lo que llama la atención es que aún no estuviera en marcha y que genere alguna sorpresa. Es obvia porque beneficia a todas las partes: al trabajador porque no depende de una visita prescindible al médico (no va en busca de una atención sanitaria sino de un papel burocrático), al sistema público de salud, que necesita más personal sanitario (muy especialmente en Madrid, lo sabemos bien) pero para curar enfermos, no para rellenar papeles innecesarios, y a los empresarios responsables que quieran evitar focos de contagio en sus centros de trabajo.
Existen multitud de circunstancias en las que las declaraciones responsables evitan que la realidad se paralice hasta que la Administración la compruebe. En la realización de obras, apertura de negocios, incluso en las demandas para desahucios de viviendas…
En septiembre fue conocido el colapso de las becas comedor en la Comunidad de Madrid, que no se conceden hasta que la administración madrileña comprueba que es real cada papel que justifica que la familia necesita la beca para que sus hijos coman en el cole: la consejería era incapaz de tramitarlas y las familias no sabían si las iban a tener o no (estamos hablando de 100€ al mes por niño: no era ninguna broma). Esto se habría solucionado de un plumazo si se admitieran las declaraciones responsables por las cuales a las familias que declaren cumplir los requisitos se les dé la beca y si después se comprueba que han engañado devuelven la beca y pagan las consecuencias del engaño (como sucede con cualquier declaración responsable). Pero ni se les ocurre que una beca también pueda facilitarse confiando en que, en general, quien la solicita no miente.
¿Por qué nunca hay «declaraciones responsables» para presumir el cumplimiento de los requisitos de becas, ayudas, subvenciones, rentas mínimas… para las personas con menos ingresos? ¿Por qué nos llama la atención que la comunicación responsable del trabajador baste para que pueda cogerse una baja cuando está enfermo?
Porque buena parte del aparato burocrático se basa en la desconfianza del de abajo (que precisamente es quien más dificultad tiene en el acceso a la administración). La declaración responsable es para el «emprendendor», para la economía emergente. Pero el de abajo es sospechoso. ¿cómo le vamos a dar una beca por una declaración responsable? ¿cómo le vamos a permitir que, si comunica que está enfermo, aceptemos que está enfermo?
¿Habrá jetas que se escaqueen del trabajo inventándose enfermedades? Seguro. ¿Habría estafadores que comuniquen datos económicos falsos para obtener una beca a la que no tienen derecho? ¡Pues claro! Y si le pillan después, le saldrá caro. Del mismo modo que es una obviedad que hay gente que miente en sus declaraciones responsables para legalizar una obra u obtener una licencia municipal. ¿Por qué éstos nos merecen menos sospechas? O peor aún, ¿por qué nos parece menos grave que se nos cuele un engaño de estos últimos que conceder una beca o una baja de tres días a quien no se la merece? ¿Es peor retrasar cien licencias de negocios para evitar que la obtenga un mentiroso que colapsar la sanidad o hacer fracasar medidas sociales para evitar que un jeta entre cien se quede en casa u obtenga una beca?
¿O es que sospechamos más de los de abajo? No será eso, ¿verdad?