Escuchaba ayer a uno de tantos tertulianos de derechas realizar, con solemne énfasis, piruetas retóricas para colocar el Caso EREs como una financiación ilegal del PSOE. «Decían que el PP iba dopado a las urnas, pero el PSOE también porque con los EREs intentaba comprar ‘paz social’, evitando despidos que podrían venirle mal al PSOE en las elecciones«. Lo peor del disparate es que al tertuliano lo que le parecía mal es lo que se tenía que haber hecho bien: usar los fondos públicos para evitar despidos, no para que se lo llevaran cargos del PSOE, familiares, amigos y demás aprovechados.
El Caso EREs es de una gravedad intolerable. Es lamentable que Pedro Sánchez no compareciera ayer como Secretario General del PSOE a pedir perdón en nombre de su partido. Van a tener muy difícil Susana Díaz en particular y la vieja guardia del PSOE en general salir airosos políticamente y más le vale al PSOE limpiarse a fondo de pasado y de caciquismo si quiere recuperarse singularmente en Andalucía. Tras varios días sentando cátedra sobre lo malo que va a ser el gobierno salido (por segunda vez) de las urnas, ayer callaron Felipe González, Alfonso Guerra, Rodríguez Ibarra… José Bono no: él estuvo en la tele a las 9:30 de la mañana denunciando el comunismo estalinista y el «odio social», pero después de una sentencia que condena el verdadero odio social (el robo a los trabajadores perpetrado por los compañeros de José Bono) calló.
Es intolerable pero parece que a nuestra derecha (política-mediática) no le parece tan grave. El empeño en identificar el Caso EREs con Gurtel, Púnica, Lezo, Taula, Bárcenas, Matas, Fabra, Castor, Espías, Funeraria, Máster, Noos, Palma Arena… evidencia que el Caso EREs no les parece suficientemente grave y necesitan impostarlo. El disparate de equiparar el papel de Pedro Sánchez durante los EREs con el de Mariano Rajoy cuando Bárcenas escribía ‘M. Rajoy’ en su contabilidad de sobresueldos demuestra que les parece poco lo que organizaron los gobiernos andaluces del PSOE. Que traten de deslegitimar la moción de censura de 2018 por el caso EREs (lo han hecho Albert Rivera, Pablo Casado y Santiago Abascal: lo que Colón unió que no lo separe la corrupción) revela que el saqueo del erario sólo les preocupa en cuanto les pueda ser útil partidistamente.
La necesidad de titular «el mayor caso de corrupción» como si la gravedad de un robo se midiera en el dinero robado evidencia uno de los lastres morales que arrastra la derecha (política-mediática) española: que no dicen que ellos no roben, lo único que dicen es que aquí hemos venido todos a robar.