A principios de julio del año pasado nos reunimos un grupo de unas cuarenta personas y nos fuimos al Valle de los Caídos. Nos acompañó Paco Ferrándiz, antropólogo y miembro de la comisión que en 2011 elevó un informe sobre qué hacer con el Valle de los Caídos (puedes leer el informe aquí, merece mucho la pena). Asistimos a la misa que celebran los monjes, un espectáculo anacrónico que explica por sí sólo el recinto.
En el recorrido estuvimos con Silvia Navarro. Su tío abuelo fue asesinado en Calatayud, su cuerpo arrojado a una fosa común. Cuando murió Franco y fueron a exhumar la fosa para enterrar a sus familiares se encontraron con que no quedaban más que unos cuantos huesos desperdigados, un cráneo… La dictadura se los había llevado sin el menor cuidado, sin siquiera llevarse los cuerpos enteros y había puesto los huesos de atrezzo en el mayor monumento de propaganda fascista que existe en el mundo. ¿Cuántos cuerpos hay allí secuestrados, rodeando al mayor culpable de tantísima muerte? Al pobre hombre cuyo cráneo dejaron tirado en la fosa de Calatayud no lo contaron, porque hicieron la contabilidad a ojo: tantos cráneos, tantos muertos. Como mínimo hay 33.833 cuerpos, la mayor fosa común de Europa, pero pueden ser bastantes más. A los franquistas que planificaron aquel horror se la sudaba. El abad del Valle de los Caídos, Santiago Cantera, se niega a que Silvia Navarro y su familia puedan enterrar a su tío donde les dé la gana. Ochenta años después les seguimos permitiendo el secuestro de cadáveres de víctimas de un genocidio. El Estado estuvo llevando cuerpos al Valle de los Caídos hasta 1981. Sí, hasta 1981.
Durante aquella visita uno de los monjes (creo recordar que era el propio Santiago Cantera, pero no estoy seguro) explicaba a una familia que el Valle de los Caídos era un lugar de reconciliación. La cruz, les decía, es un símbolo universal de reconciliación entre enemigos porque son dos líneas que van en distintas direcciones pero se encuentran. Cuando vieron que estábamos escuchando la explicación nos pidieron que nos apartáramos, que se lo estaban explicando a ellos. Fue una preciosa metáfora del Valle de los Caídos: reconciliación y encuentro, pero quitaros de aquí, que es para nosotros, que es nuestro. Reconciliación con 34.000 víctimas arrojadas y abrazando al victimario, homenajeado. Reconciliación con una víctima por encima del resto, porque muertos hubo muchos pero protomártires sólo uno. Reconciliación a hostias o lo volvemos a hacer. Quitaos de ahí que nos estamos explicando a nosotros mismos que esto es reconciliarnos con vosotros.
Esta mañana, mientras se da el inaplazable primer paso (que lleva 44 años no pudiendo esperar ni un día más), registraremos una proposición para seguir avanzando: para someter el Valle de los Caídos a la lógica democrática y a la defensa de los Derechos Humanos, para reconocer y honrar a las víctimas del dictador, para que España mire al futuro diciendo que NUNCA MÁS.
Hoy puede ser un gran día para comenzar y recíbelo como si fuera fiesta de guardar.