Hay una acusación injusta, irritante y falsa a los madrileños de ser culpables de lo que va a pasar entre hoy y mañana en la Comunidad de Madrid. Os seguirá gobernando el PP-Madrid porque es lo que habéis votado. Es falso.

En primer lugar, los madrileños han dejado de votar al PP a una velocidad inédita en la Comunidad de Madrid: en 2011 Esperanza Aguirre obtuvo más del 50% de los votos y 72 escaños, 25 puntos por delante del siguiente partido. Sólo ocho años después su mismo Partido Popular se ha quedado en el 22% de los votos, con 30 escaños y siendo segundo partido de la Comunidad de Madrid por primera vez desde 1987. En 2019 la banda de Aguirre no gobernará porque lo hayan decidido los madrileños sino porque Ciudadanos y Vox se han unido para mantener la caja en manos del atracador.

Pero además, durante estos 32 años los triunfos electorales no han sido inocentes. Ha habido toda clase de trampas, no ha quedado un sólo servicio público que no haya sido saqueado para comprar voluntades, crear una tupida red clientelar que incluye un notable pesebre mediático bien pagado, sobornar a dirigentes de la oposición y, finalmente, financiar las campañas ilegalmente.

Hemos tenido campañas electorales financiadas con más dinero en negro que en blanco. Quien crea que eso es inocuo no ha pasado de cerca una campaña electoral. Tener el doble de financiación de la legal, empujado por una legión de medios y opinadores extraordinariamente sobrefinanciados desde lo público y una oposición que durante varios años estuvo autoamordazada mientras construyes un laboratorio de políticas profundamente ideológicas… hace las elecciones algo más fáciles.

En una competición deportiva, un atleta que hubiera competido dopado de tantas formas y tan reiteradamente estaría apartado de por vida de la competición, desprovisto de todos los títulos y con un pie en la cárcel. En política, el atleta tramposo tiene a Ciudadanos y Vox colocándole medallas de oro incluso tras llegar segundo a la meta.

El Partido Popular de la Comunidad de Madrid es un tinglado en descomposición. Sólo aspira a sobrevivir un tiempo más mientras siguen avanzando los sumarios, los juicios, las nuevas investigaciones periodísticas. Y mientras van deteriorando la sanidad, los colegios, los institutos, el metro, la universidad, la justicia, las carreteras, las libertades… Para ello necesitan (ay, los liberales) seguir chupando de la institución pública y lo van a conseguir gracias a la integración de Ciudadanos y Vox en la banda de Aguirre.

Hoy comienza la investidura de Isabel Díaz Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid. En pleno agosto; como para que no se entere nadie, como si se avergonzaran de lo que van a hacer a Madrid Ciudadanos, PP y Vox juntos. En un suicidio rechazado sobre todo por quienes auparon a Ciudadanos para que fuera un partido de una derecha europea, liberal y no cleptómana, Albert Rivera ha decidido convertir su partido en una facción del PP pretendiendo heredarlo mientras se descompone.

Mala idea: si algo ha demostrado el PP-Madrid es su similitud con un cesto de manzanas podridas que van contaminando toda la fruta que entre en el cesto. Ciudadanos ha decidido compartir cesto con la corrupción y discurso con el fanatismo ultra.

Ciudadanos podría haber preparado una regeneración colocando un cortafuegos que lo separara de la corrupción y el colapso del PP-Madrid abriendo la posibilidad de heredar un electorado de derechas que va huyendo de tanto hedor. Pero para prolongar la agonía de una organización que ni merece ni va a poder detener su descomposición, Ciudadanos ha unido su destino a un cadáver putrefacto.

Van a ser cuatro años duros para los madrileños. Pero no más de cuatro. Y no descartemos que algunos menos.