Hace ya bastantes años un grupo de periodistas fundaron un pequeño medio de comunicación llamado Cuarto Poder. Su director, Paco Frechoso, debía de conocer mi blog (fíjate si hace tiempo, que había gente que leía blogs) y me propuso que escribiera un par de artículos al mes en Cuarto Poder. Lo que e dejó muy claro Paco Frechoso (que es un tío que se la ha jugado por los derechos de los periodistas) es que en su periódico, por pequeño que fuera, la gente cobraría por su trabajo, lo que fuera posible, pero algo. Si no recuerdo mal Cuarto Poder me pagaba 65 euros por artículo (más IVA) y lo que sí recuerdo perfectamente es que es el único medio en el que he escrito que ha sido tan exigente en pagar a un colaborador tan poco interesante como yo (y bien que me ayudaba a redondear el mes, por cierto).

En mayo de 2015 llamé a Paco Frechoso y le conté una obviedad que él ya sabía: que había sido elegido diputado autonómico. Lo que le expliqué (para su sorpresa, por cierto) es que consideraba que en el trabajo de diputado considero incluida la difusión de opiniones, conocimientos, etc y que por tanto mientras fuera diputado me parecía poco ético cobrar esos artículos que, entiendo, están ya pagados con mi nómina de diputado. Que seguiría escribiéndolos, como he hecho, pero que no iba a cobrar por ellos mientras fuera diputado (como me habría parecido mal cobrar por conferencias, charlas, tertulias…).

Cuento esto porque hoy aparace la polémica sobre el libro que, al parecer, va a publicar Pedro Sánchez. No me meto en si ha tenido tiempo o no: dicen que le ha ayudado (aka: lo ha escrito) Irene Lozano (periodista que, por cierto, también estaba en la fundación de Cuarto Poder); tampoco en la editorial que ha elegido, aunque sea sorprendentemente la misma que ficha, a veces por muchísimo dinero, a dirigentes políticos (desde la reina Sofía a José María Aznar pasando por José Luis Rodríguez Zapatero): la capacidad de seducción de Planeta con los poderosos es digna de ser investigada pero no es el tema.

Lo que sí deberíamos saber es cuánto va a cobrar y a qué va a destinar el dinero Pedro Sánchez.

Porque por un lado el presidente del Gobierno tiene un sueldo suficiente, especialmente careciendo de gastos (como es lógico). Pero sobre todo porque el conocimiento y las opiniones que puede aportar en el libro forman parte de la actividad por la que lleva cobrando años de la sociedad y su difusión debería formar parte de su actividad.

Desde hace años he defendido que los presidentes, ministros, etc tengan las polémicas pensiones vitalicias a cambio de cerrar herméticamente las puertas giratorias. Pero siempre he defendido que ello tiene que tener un único contrapeso: que tras dejar su cargo tengan la obligación de dar clases contando los conocimientos y experiencias que sin duda habrán adquirido, ofrecer conferencias, charlas, tertulias, artículos y, los que mejor se organicen, libros… sin cobrar. Porque deben a la sociedad todo lo adquirido intelectualmente en cargos que son de todos y porque esa pensión vitalicia (o el sueldo mientras se está en ejercicio)  hace especialmente justo que no se cobre por devolver la deuda.

Haría bien Pedro Sánchez (y cualquiera en su situación) en aclarar cuánto va a cobrar y, en el probable caso de que sea algo, si se va a quedar ese dinero o lo va a donar a cualquier causa no lucrativa. Porque, al fin y al cabo, sólo está cumpliendo su obligación.