El lunes publicó Telemadrid una encuesta para el Ayuntamiento de Madrid previa al acuerdo entre Manuela Carmena e Íñigo Errejón. En ella Manuela Carmena sería la más votada pero la irrupción de Vox haría posible otro pacto de la vergüenza a la andaluza con Villacís y PP dado el flojo resultado del PSOE.

Una semana antes Telemadrid había publicado una encuesta realizada en las mismas fechas que arrojaba una suerte de cuádruple empate (cuatro puntos de diferencia entre los cuatro grandes partidos) que daba a Vox la posibilidad, de nuevo, de que el pacto de la vergüenza diera a Madrid cuatro años más de corrupción y odio.

Las dos encuestas dan una conclusión similar: es posible darle la vuelta a la partida si queremos que Madrid funcione, avance y no se ancle en ese pasado ruinoso y grasiento. Pero algo hay que hacer. Algo había que hacer. Tradicionalmente las fuerzas progresistas en Madrid se han dejado caer. No es que no ganaran, es que apenas competían y no pocas veces incluso llegaban a tener jugadores compitiendo en el equipo rival.

En las dos semanas posteriores a las encuestas ha habido dos golpes en la mesa que explican que sí, que hay partida, que esta vez se va a jugar a pleno rendimiento. El acuerdo entre Manuela Carmena e Íñigo Errejón pone la batalla electoral por Madrid en primera línea con una foto que cualquier analista electoral identificaría como un enorme acierto político. Y ayer por la noche el PSOE anunció que Pepu Hernández es su candidato al Ayuntamiento de Madrid.

Causa cierto pudor poner en un lado a Manuela Carmena, Íñigo Errejón, Ángel Gabilondo y Pepu Hernández y en el otro a Ayuso, Almeida, Villacís y Aguado. Y a estos últimos falta por unírseles algún Ortega Smith, o el matón con que nos quieran castigar a los madrileños. En todo caso es la diferencia entre un bloque que ha comprobado en el Ayuntamiento que Madrid puede avanzar y que merece la pena apostar muy fuerte y quienes siguen en la inercia de la chapuza, el mangoneo y la bendición del camión de la basura.

Hay los mimbres para ganar Madrid, para que nunca más se nos ponga como ejemplo de cutrez, saqueo y decrepitud. Sólo es necesario ponernos ya mismo a hablar de Madrid, a hacer propuestas para Madrid y a convencer a la ciudadanía madrileña de que no falte ni un voto en la urna, que nos estamos jugando el futuro.

Tenemos mimbres, lo que no tenemos es tiempo.