Ayer el Ayuntamiento de Madrid invitó a la prensa que sigue la política municipal a la típica copa de navidad previa a las vacaciones. A la hora convenida Manuela Carmena tomó el micrófono y comentó que todo muy bien pero que ahí había un chaval alto con un jersey blanco y que pasara. Era David Broncano, que venía acompañado de Quequé e Ignatius Farray y empezó un monólogo sobre el Ayuntamiento (no mencionó las mochillos, pero sí se quejó de que los usuarios de BiciMad no tuviéramos licencia para generar el caos).

A los pocos segundos de empezar el monólogo, Manuela le arrebató el micrófonoy contestaba a sus bromas con otras bromas sin las cadenas de lo políticamente correcto y con una intuición cómica que llevó enseguida a Broncano a anunciar que había nacido un dúo cómico (¿y por qué no político? ¿no querría Broncano ejecutar sus tesis para el caos y la destrucción urbana?).

Broncano no escatimó temas: según Forocoches a Echenique le pone Manuela («pues mira qué bien, porque a mi edad hay que ser agradecida«) y no deben preocuparse porque morirá pronto («yo es que tengo doble personalidad, como alcaldesa y como ciudadana: como ciudadana, francamente, me importa un pito«) y lo que le fueran echando.  Enseguida tuvieron que sacar un micrófono más para que Manuela tuviera el suyo y dejara de quitárselo a Broncano.

Al empezar muchos nos preguntábamos si estaba ensayado. Al terminar lo que comentábamos es que por muchas de las bromas que había hecho Manuela a cualquier político lo habrían crucificado: en primer lugar sus asesores, que no le habrían consentido salirse del corsé de un argumentario y hasta habrían ensayado la sonrisa forzada para los momentos incómodos del monólogo (¡nunca diálogo y menos improvisado!) de Broncano. 

Pero Manuela tiene luz, una luz que muy poca gente tiene. Y tiene el coraje de mostrar esa luz sin transmitir un ápice de arrogancia.

A principios de legislatura, a la salida de una conferencia de Manuela Carmena, contemplé una conversación entre una lenguaraz portavoz de la oposición municipal y otra persona de su partido: «¿Ves cómo es totalmente distinta? ¡No tiene nada que ver con los otros!». Los otros éramos nosotros, las hordas podemitas, que no valemos pa na: qué se le va a hacer, no le gustamos a la buena mujer. 

Frente a la luz de Manuela (y los cambios en la ciudad, la gestión de su equipo) la oposición ha apostado también por la comedia, pero por una comedia del landismo más triste: del no te lo perdonaré jamás, manuela carmena tras una cabalgata de Reyes al Apocalipsis de Schrödinger en Madrid Central.

¿Por qué Madrid es la única ciudad en la que la mayoría de los partidos no tiene candidato para las elecciones de mayo? Porque es dificilísimo encontrar a quien haga un poquito de sombra a tanta luz.