Supongo que las grabaciones sobre Cospedal que esta misma mañana han aparecido en un portal creado para el chantaje tienen la misma credibilidad que la que tenían las que hablaban sobre el rey Juan Carlos. Es decir, toda. El chantaje puesto en circulación por Villarejo (supongo) revela probablemente que no se está cediendo a su chantaje, es decir, que no ha logrado ningún acuerdo con institución alguna. Pero también revela que tiene material para chantajear: que en las élites del Estado (desde Zarzuela para abajo) se ha funcionado como una mafia, que él no era una manzana podrida dentro de un cesto de manzanas sanas.
Ceder al chantaje no sería investigar los delitos (de Juan Carlos I, de Cospedal o de quien haga falta) sino precisamente llegar a acuerdos con el chantajista para que deje de contar cosas que en una democracia avanzada se estarían investigando para limpiar el país de mafiosos y delincuentes.
En la grabación de hoy hecha en la planta más poderosa de la sede del PP entre la secretaria general del PP, un empresario corrupto y el mafioso Villarejo cuentan varias cosas: que el PP quería frenar la investigación del caso Gürtel, que Villarejo dio un chivatazo al Albondiguilla (alcalde de Boadilla, uno de los centros de la corrupción del PP) cuando supo que le estaban investigando, que al frente de la UDEF estaba una persona afín al PP que torcía las investigaciones cuando era necesario, que Cospedal conoció y calló todos estos delitos, que incluso acordó con Villarejo el pago de los gastos por sus delitos y que muchos otros del PP estaban en la operación, incluido Pío García Escudero, actual presidente del Senado de España. También hemos sabido que el PP lleva de la mano de Villarejo desde 1979 y que Corcuera, el hombre que hoy defiende el constitucionalismo en sus mejores tertulias, mimó especialmente al gánster y aprovechó sus actividades mafiosas.
Y, con todo, cuando uno ve que eso sucedió la reacción que se le ocurre es la de Casablanca: «Qué escándalo, qué escándalo, en este local se juega«. Qué escándalo, el Partido Popular es una mafia. Qué escándalo, nuestro Estado está parasitado por estructuras mafiosas, por cloacas del Estado reconocidas ya hasta por el gobierno.
Si en vez de ser un partido político con inmenso poder, el Partido Popular fuera una fábrica de galletas hace años que un juez habría precintado sus instalaciones, habría detenido a todos sus dirigentes de cuatro décadas de actividad delictiva y habría declarado concurso de acreedores. Si Villarejo no hubiera estado patrocinado por las élites del Estado, llevaría muchísimos años en prisión y el Estado no le habría permitido labrar la fortuna que le dejaron hacer en paralelo a su actividad mafiosa desde dentro del Estado. Si del maltrecho prestigio Juan Carlos I no dependiera el mantenimiento de una institución tan dudosa como la monarquía, no tendría como única preocupación ver a qué regata o Gran Premio de Fórmula 1 va la semana que viene. Si no hubiera medios de comunicación cómplices de la estructura mafiosa, no existiría basura disfrazada de periodismo de investigación que sólo es el altavoz de la mafia y la extrema derecha.
Pero ninguno de esos supuestos se da. Así que, incluso habiendo trascendido la grabación, la garantía que le daba Cospedal a Villarejo se cumplirá. «De la discreción no te preocupes«. Quizás caiga Cospedal para evitar que caiga el PP, encontrará un buen acomodo y seguiremos haciendo como si aquí no hubiera pasado nada grave. Seguiremos con los tentáculos de la mafia diciendo por la mañana viva el rey, yendo a las tertulias televisivas a insultar a demócratas y sin acometer la limpieza estructural que necesita un Estado que quiera llamarse a sí mismo democracia.