En los últimos meses CIS ha cambiado su tipo de cocina (de hecho lo que ha hecho es cocinar mucho menos, lo cual no necesariamente es bueno). Como siempre con el CIS esa cocina sirve de asidero para quienes no quieren valorar públicamente el CIS, pero todos los partidos, en privado, lo escudriñan para valorar qué está pasando. Lo que sí impide el cambio de metodología es hacer una serie histórica válida salvo que algún sociólogo «recocine» los datos de otros meses con esta misma metodología o los de éstos con la metodología antigua: algo perfectamente posible dado que la base de datos es pública.
Ayer el CIS contaba algunas cosas. El bloque de la moción de censura se consolida: a los españoles les ha gustado el cambio y saben que es legítimo y democrático; y parece que entienden que es muy sano. Y, sobre todo, lejos de haber vasos comunicantes entre ellos los dos principales partidos del bloque de la moción de censura (PSOE y Podemos) suben. Quienes quieran seguir con la letanía de que el gobierno es okupa se topan con los españoles; quienes quieran seguir pidiendo elecciones ya para recuperar un gobierno del PPCs… demuestran poca visión táctica. Si algún partido del bloque de la moción de censura se plantea dificultar la legislatura, no está entendiendo que a lo mejor en otra legislatura su voto no tendría tanta capacidad de condicionar.
El otro mensaje del CIS es un bofetón a la astracanada, al discurso ultra y al fanatismo. Es una evidencia que hemos sobrevalorado enormemente a Vox: su principal fuerza es que nos creamos que son relevantes. Es posible que en la encuesta tengan una pequeña infrarrepresentación con la nueva cocina porque un voto ubicado en las rentas altas (como es el de Vox, nos pongamos como nos pongamos) responde menos a encuestas; pero también que tengan cierta sobrerrepresentación porque el voto a Vox probablemente sea orgulloso y sin complejos (lo contrario sería bastante paradójico) y no habría voto oculto en absoluto. Lo que sí es seguro es que hemos hablado demasiado sobre un rinconcito tan pequeño.
Y que Vox sea irrelevante tampoco es gracias a la estrategia fanática de Pablo Casado. Casado lleva al PP a una fuerte caída (comparando con el mes anterior, con idéntica metodología) y el Cánovas del Castillo del siglo XXI se estrena con la peor valoración de todos los líderes políticos nacionales, lo cual tiene mucho mérito no siendo producto de desgaste alguno sino de su decisión de salir todos los días en la tele elevando el listón del histrionismo para que hablen de él. Por cierto, Casado y su equipo eran los expertos en comunicación del PP: enhorabuena. Del bloque PPCs sólo sube el partido que ha pasado desapercibido, del que nadie se acuerda porque lo han eclipsado con su ruido los otros fanáticos, muy revelador.
Probablemente en el seno de cada partido que quiera gobernar haya mucho que analizar, pero los dos datos más relevantes de la encuesta son más que positivos para avanzar en democracia y derechos y cortar las alas al fanatismo, la mentira y el autoritarismo.