Ayer dimitió Lorena Ruiz-Huerta, la portavoz de nuestro grupo parlamentario desde diciembre de 2016. Es sin duda un gesto de coherencia: desde su cargo de portavoz del grupo ha expuesto desde hace tiempo su discrepancia con la línea política de Podemos y ha sido crítica con nuestros referentes políticos más evidentes: parece normal que en esas condiciones no representaba una voz coral y por tanto su marcha como portavoz era razonable.
Como explicó ayer, desde pocas semanas después de su nombramiento la mayoría del Grupo Parlamentario del que era portavoz tenía posiciones políticas muy distintas de las que expresaba como portavoz. Si las diferencias políticas de quienes mantienen las posiciones políticas de Lorena Ruiz-Huerta son incompatibles con el escaño, es coherente dejar el escaño como hizo ayer Lorena.
El Grupo Parlamentario que llegó a la Asamblea de Madrid en 2015 reunía a mucha gente valiosísima, habíamos logrado un grupo con un potencial político muy alto (y con la capacidad de ayudarnos a mejorar a quienes no teníamos tanta brillantez). Ese grupo, encabezado por José Manuel López, fue diseñado en unas primarias en las que votaron los inscritos y a las que pudo presentarse, obviamente, quien quiso.
Aunque casi siempre lo que han trascendido han sido disensos o conflictos, creo que hemos hecho un trabajo estupendo, liderando una oposición eficaz, contundente y rigurosa y que en ese trabajo la pluralidad no ha sido casi nunca un obstáculo, todo lo contrario: un factor enriquecedor hacia dentro y hacia fuera. Ayer habló Lorena en su despedida de “puñaladas” y “tremenda lucha por el poder” y creo que es excesivo la retórica, sin negar que ha habido errores que hemos acarreado, como cuando por un acuerdo de reparto de cargos para los órganos internos del partido se destituyó, por sorpresa y en plenas navidades, al portavoz que había ganado las primarias de 2015, José Manuel López.
Muchos hemos intentado colaborar cotidianamente, en cada pregunta, en cada debate al margen de diferencias internas . Seguro que habrá quien perciba que cada uno podríamos haber colaborado más, no sé; quizás sí se pueda mirar quién ha podido hacer más. Lo que nadie encontrará son críticas en público ni cuando discrepábamos rotundamente de que en la voz del grupo parlamentario se pusieran críticas a compañeros y compañeras o que la opinión que se expresara fuera la de una corriente minoritaria.
Lorena Ruiz-Huerta es una persona de enorme valía. Una diputada a la que han perseguido por decir lo que pensaba y defender los derechos humanos. Conozco a Lorena desde que hace más de 20 años nos conocimos en el movimiento universitario y tengo claro que es un activo enorme en la lucha por una sociedad mejor. Para ello no hace falta compartir todo: al cambio en España contribuiremos mucha gente que no pensamos lo mismo. E igual que me he reencontrado tantas veces con Lorena estoy seguro de que nos volveremos a reencontrar, quizás en momentos menos complejos de gestionar.
Antes del verano Podemos de la Comunidad de Madrid celebró sus primarias para las elecciones de 2019. En ellas pudo presentarse quien quisiera: como en 2015. Íñigo Errejón fue respaldado en unas primarias con más de 20.000 votantes. La persona a la que más inscritos votaron tras Íñigo Errejón fue Clara Serra, una compañera estupenda, inteligente, valiente, feminista… y amiga. Así que ayer por unanimidad, el grupo decidió que fuera nuestra portavoz en lo que queda de legislatura. Sé que lo hará de maravilla: ya ha demostrado en estos años que lo hará. Y tengo la certeza de que su trabajo estará al servicio de que tras las elecciones de mayo de 2019 ni Íñigo, ni Clara sean portavoces de un grupo de oposición porque, además del respaldo de las inscritas en Podemos, tendrán el apoyo de la ciudadania madrileña para gobernar la Comunidad de Madrid.