Supongo que en el PP de Madrid andarán ya preparando en parte la campaña electoral de 2019. Aunque aún no tengan candidato tienen muchos mimbres. Y no hay razón para no estar ya pensando, por ejemplo, lemas y carteles electorales. Se me ocurre que podrían usar como lema algo que les ubique como esos anuncios de optimistas emprendedores: «PP-Madrid: donde tú ves un problema, nosotros vemos una oportunidad«.
Madrid tenía muchos problemas. De sanidad, de educación, de movilidad, de colapso de la Justicia… y en todos el PP de Madrid vio una oportunidad.
La sanidad se convirtió en una oportunidad para el ladrillo: construyó hospitales que quedaron estupendos en inauguraciones y carteles electorales aunque no aumentaran ni en una plaza el total de camas hospitalarias de la Comunidad; además apostó por entregar la gestión a empresas privadas con contratos opacos y extremadamente lesivos para las cuentas madrileñas, un chollo. La educación fue otra gran oportunidad para construir y ganar: se licitó la construcción de colegios privados con fondos públicos a cambio de casi un millón de euros en mordidas por colegio y de paso se avanzaba en el modelo de adoctrinamiento educativo expandido en Madrid. Para la movilidad era más fácil aún: autopistas con peajes en la sombra, radiales inútiles, soterramiento de la M30 con sobres para el partido a cambio… no se ha modernizado ni facilitado la movilidad madrileña, pero las cuentas del núcleo PP-constructores corruptos no salieron mal paradas.
Ayer supimos que la Audiencia Nacional está investigando también la oportunidad que vio el PP-Madrid en el problema de la Justicia madrileña. Decidieron construir edificios y edificios en coherencia con el resto de oportunidades.
A principio de legislatura, los diputados de la comisión de auditoría de la deuda tuvimos la ocasión de visitar el Campus de la Justicia. Nada más llegar cruzó la calle uno de los conejos que habita el descampado; por una parte de un túnel no pudimos entrar porque estaban rodando una película de terror; el único edificio en pie construido era el de medicina legal, un precioso edificio circular con el pequeño inconveniente de que las camillas no son redondas y no tenían buen encaje en la pared. Esto último tampoco era más que teoría porque el único instrumental que había llegado a aquel edificio eran las numerosísimas neveras para cadáveres que, al parecer, no eran atrezzo del rodaje. Todo esto nos ha costado a los madrileños una cantidad indeterminada pero que es bastante superior a 80 millones de euros. Hace ya varios meses presentamos una denuncia sobre el caso que ahora investiga la Audiencia Nacional.
La corrupción del PP en Madrid no se ha dejado ni un rincón por exprimir. Por ello nos ha dejado una retahíla de momentos tragicómicos que dan para una buena historia de lo que Íñigo Errejón llamaba lumpen oligarquía. Del volquete de putas a la crema del Eroski se puede decir lo de Gila: no han dejado ni las raspas, pero ¡lo que me he reído!
Hace dos días dimitía como diputada del PP por motivos personales Regina Plañiol, que fue consejera de Justicia con Esperanza Aguirre después de Alfredo Prada: entrará en su lugar el número 79 de la lista del PP, que obtuvo 48 diputados; los treinta de diferencia responden a dimisiones o incluso a renuncias antes siquiera de tomar posesión. Eso da la imagen de la descomposición del PP en Madrid.
Plañiol continuó el legado de Alfredo Prada, ideólogo del Campus de la Justicia. Hoy Prada es el responsable en la dirección del PP de Casado de vigilar la idoneidad de los candidatos del PP en las próximas elecciones, incluidos, por supuesto, los del PP de Madrid. Casado contó que quería recuperar las esencias del PP: con Alfredo Prada seleccionando candidatos, las esencias del PP deben de estar felices.