Fuimos muchísimos quienes ayer dijimos lo mismo sobre la condena a Mas: Mas, como tantos dirigentes de Convergència (y también de Unió, que siempre se nos olvida la muy corrupta Unió) debería estar inhabilitado para la dirección política por lo que su partido ha hecho con Cataluña durante décadas. Pero en ningún caso es aceptable en una democracia que se inhabilite por haber impulsado una movilización popular, pacífica y democrática consistente en que la gente expresara libremente su voluntad política. Como la razón por la que Rajoy debería abandonar la política no es porque se oponga a la independencia catalana.

La corrupción de Convergència era algo conocidísimo. Vale la pena leer las Memorias líquidas de Enric González y cómo se tapó la trama de Banca Catalana en la que participó Pujol y que intentó investigar el Carlos Jiménez Villarejo cuando los fiscales ya eran perseguidos si investigaban lo que no tocaba. CiU era un partido estructuralmente podrido, era el PP catalán, pero tenía, digamos, la virtud de la coherencia: mientras Aznar se hacía pasar por un luchador contra la corrupción mientras orquestaba las tramas que financiaban a su partido, Pujol exhibía su condescendencia con los corruptos de otros partidos.

En los 90 se hablaba del oasis catalán en términos elogiosos y tal oasis consistía en que no había crispación. Pujol no caía bien (¿cómo va a caer bien alguien que habla en catalán?) pero era un hombre de Estado que sabía que había que evitar la crispación, que daba estabilidad a los gobiernos sin simular molestia alguna porque se descubriera un puñado de casos de corrupción o los típicos (y ciertamente molestos) crímenes de Estado. A la CiU de entonces le habría molestado mucho ver a los suyos enfadados porque las cloacas del Estado actuasen contra quien el poder político considerase incómodo.

El robo sistemático desde CiU no sólo no era denunciado sino que se silenciaba y se aplaudía la complicidad de Pujol con el resto de ladrones… porque no era independentista.

El 3% es independentista, claro que sí: no porque hayan empezado a robar desde que son independentistas ni porque el hecho de robar les haya hecho independentistas sino porque a nuestros poderes políticos y mediáticos siempre les pareció de perlas que robaran, que Pujol, Durán i Lleida y sus partidos estuvieran tan integrados en la cultura política del PP y del PSOE de Felipe González. Así era muy fácil entenderse. Y a fe que se entendían. Como se siguieron entendiendo con Duran i Lleida, tan moderado y razonable él (moderado porque pasteleaba con esos asuntillos, no porque no defendiera las mismas cosas que los fanáticos de Hazte Oír, por ejemplo).

El problema no es sólo que debieran desaparecer de la vida política por corruptos y no por sus posiciones políticas. Es que si buena parte del pueblo catalán no les hubiera llevado por el camino de la independencia les habría seguido pareciendo de maravilla que robaran a manos llenas y lo perseguible habría seguido siendo denunciarlo.