El Roto retrató con esta viñeta lo que supuso el 15M en una estructura de partidos que pensaba que podía vivir de la mera inercia. Salvando las distancias algo así sucedió el pasado sábado cuando Podemos, en palabras de Pablo Iglesias, se comprometió a poner toda la carne en el asador en las próximas elecciones autonómicas de 2019 con la Comunidad de Madrid como reto crucial. Fue ponerse el nombre de Íñigo Errejón en circulación y súbitamente el gobierno de Cifuentes envejeció.

Que una presidenta de la Comunidad de Madrid califique de destierro o desprecio la hipótesis de que alguien aspire a presidir la Comunidad de Madrid debería ser una ofensa a los madrileños. Que una persona tan ponderada como Ángel Gabilondo nos diga que no miremos la Luna sino el dedo sorprendería. Que Ignacio Aguado respondiese hablando del comunismo, la Unión Soviética y Siberia podría llegar hasta a causar vergüenza ajena otra vez. Pero las tres reacciones juntas no son más que la constatación de que la Comunidad de Madrid puede vivir el terremoto político que ya vivimos en el Ayuntamiento de la capital si somos capaces de ofrecer una alternativa ilusionante que ponga lo mejor del bagaje de estos años al servicio de Madrid.

Algún diputado del PP reconocía en privado hace unos meses que el gobierno de Cifuentes no tiene política pero transmite una imagen sólida mientras que el Ayuntamiento sí tiene política pero no conseguía transmitir todo lo que estaba haciendo. Sospecho que de hablar ahora con él no diría lo mismo. Desde hace meses el Ayuntamiento transmite sensación de solvencia y de proyecto de ciudad y es acompañado por la ciudadanía al innovar incluso en proyectos que puedan ser molestos (como los cambios en movilidad, que rompen inercias de tantos años llevándonos a la modernidad urbana). Y mientras, el gobierno de Cifuentes no transmite más que propaganda hueca sin que haya un solo madrileño que sepa contestar a la pregunta “¿qué ha hecho Cifuentes?”: siendo desastrosos para Madrid, al menos Gallardón era el presidente que hacía Metro y Aguirre la que construía hospitales. Cifuentes es la presidenta que hace entrevistas, nada más.

El gobierno de Cifuentes es la nada manchada de corrupción, ineficacia y desigualdades. Y por eso la mera sugerencia de una posible alternativa tan sólida de gobierno ha sido demoledora. El cambio que se empezó a construir por los municipios continuará e incorporará a las grandes comunidades.

Querían dar el cambio por enterrado y, de repente, se confirme o no lo publicado por la prensa, se dieron cuenta de que tienen un problema.