Ayer se presentaron los documentos político, organizativo, ético y de igualdad de “Recuperar la ilusión” (aka: el errejonismo) para el proceso de Vistalegre 2 en que anda Podemos. Una de las cuestiones en las que más se han centrado los medios de comunicación ha sido en este párrafo del documento organizativo:

“6. Los acuerdos de la Asamblea Ciudadana Estatal se adoptarán por mayoría simple, excepto en los casos de disolución del partido, modificación de su nombre, composición, ámbito, naturaleza y cualquier proceso de fusión orgánica con otras fuerzas políticas, para lo cual se requieren mayorías cualificadas de dos tercios de las personas inscritas, que serán también requeridas para aquellos otros que estatutaria y reglamentariamente se determinen o que la ley pudiera obligar.”

El titular en casi todos los medios es Íñigo Errejón blinda a Podemos ante una fusión con IU pese a que en realidad lo que hace el documento es pedir mayorías cualificadas para todas las decisiones que afecten esencialmente a la naturaleza de Podemos, no sólo una potencial fusión. Tan razonable es la propuesta en sí que inmediatamente vimos a Juan Carlos Monedero proponer exactamente lo mismo y a Pablo Iglesias y Alberto Garzón dejar constancia de que tal fusión no está en el horizonte de ninguno de los dos. Cualquiera que conozca un poco ambas fuerzas sabe que la defensa de sus autonomías es una cuestión de mutuo respeto pues la militancia de ambas la desea y en todo caso pedir mayorías cualificadas para decisiones esenciales no es un blindaje contra nadie sino algo bastante habitual en cualquier organización o incluso en las constituciones estatales. Resumía lo aparentemente obvio Pablo Echenique: el horizonte de la fusión entre Podemos e IU no es que no esté en la cabeza de Íñigo Errejón, es que es algo que  nadie en Podemos ni en el planeta Tierra jamás se había planteado”

No debería haber polémica, pues. Sin embargo, al leer a Alberto Garzón sobre esta cuestión que “no parece coherente insultar una y otra vez a quien comparte tu proyecto” veo que permanece latente una sensación de mutua falta de respeto que sinceramente creí más que superada.

Como es sabido yo fui militante de IU durante 20 años. Llegó un momento en que tuve claro que mi proyecto político era Podemos pero no por ello dejo de estar orgulloso de esos veinte años y, sobre todo, no he dejado de querer a IU no sólo por seguir habiendo en IU amigas y amigos con quienes mantengo intacto el afecto sino porque es una parte importantísima de mi vida. Por ello me dolieron cuando efectivamente (y a diferencia de ahora) hubo intercambio de insultos de dirigentes de Podemos a IU y de IU a Podemos.

Siendo militante de IU me dolió aquel “Podemos no va a ser la UCI de ningún partido del régimen del 78‘” de Juan Carlos Monedero. Pero ya estando con Podemos también me dolieron más palabras contra ese pedazo de mí que fue IU. Todo el mundo recuerda aquel verano en que Pablo Iglesias reaccionó con especial virulencia a las llamadas de unidad con IU (aquel famoso “cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas y de cosas, pero no te acerques, porque sois precisamente vosotros los responsables de que en este país no cambie nada o aquel pitufo gruñón de un par de semanas después). Por cierto, Pablo Iglesias reconoció que aquello fue un error, algo poco habitual en un dirigente político y eso le honra mucho.

Sería injusto cerrar ahí los recuerdos de ataques recíprocos entre Podemos e IU. En la campaña de las elecciones de 2015 IU fue especialmente dur  a (supongo que por cálculos electorales) con Podemos. Se avisó del “peligro de un crecimiento del fascismo en España si ganan PP, PSOE, Ciudadanos o Podemos ya que estos partidos seguirán obedeciendo los postulados de la Troika”, se acusó a Podemos de renunciar a los principios y de estar “bendecido por Rosell, el presidente de la CEOE” y de defender “la OTAN, el libre mercado en el sector eléctrico, en manos del régimen desde el franquismo. Ha alabado la Constitución del 78.” Todo ello, obviamente, también dolía aunque se llevara con discreción.

Rescatar todas estas declaraciones es relevante por aclarar dos cosas, ambas bastante positivas.

La primera es que felizmente esa falta mutua de respeto terminó en 2015. Es imposible encontrar declaraciones de este tenor después de las elecciones de diciembre de 2015 ni desde Podemos ni desde IU. Ya no hay intercambio de insultos ni habitual ni esporádicamente. Y eso no es sólo un alivio, es una buenísima noticia.

La segunda es que, contra la caricatura, de quien es imposible encontrar una falta de respeto hacia IU es de Íñigo Errejón y de quienes se alinean (nos alineamos) con sus tesis, que defendemos legítimamente un proyecto transversal cuya identidad no cuelgue de la izquierda sino del pueblo; y que para ello no entienda la unidad popular como la unidad de la izquierda sin que ello suponga expulsar a la izquierda de la unidad popular sino entender ésta de una forma mucho más amplia.

Quizás en este caso sí cobre sentido la otra caricatura de Íñigo Errejón, la de la supuesta moderación, pues efectivamente lejos de ser quien más agresivamente se ha pronunciado con IU es uno de quienes más prudente y moderadamente se ha referido siempre a IU: tanto en la reivindicación de la autonomía de ambos proyectos (que la ha defendido como todos pero sin que se le pueda encontrar una falta de respeto al otro) como en la defensa de la alianza electoral el 26J, que defendió como defendimos muchísimos.

Cabe pues, si queremos debatir honestamente, reconducir el debate: no hay insultos sino una normal y ampliamente compartida autonomía entre dos organizaciones que no comparten estrategia pero sí la oposición al saqueo al que las élites políticas y económicas de nuestro país han sometido a su pueblo y por tanto están llamadas a encontrarse muchas veces. Salvo que alguien sí crea que hay que caminar hacia una fusión.