Uno tiende a pensar que, cuando un partido político organiza una trama corrupta con la que financiarse ilegalmente y de paso engrosar las cuentas de un buen número de sinvergüenzas, lo hace en secreto, con discreción, evitando que se entere ningún adversario político. Así ocurría incluso en saqueos en los que aparentemente coincidían prohombres de distintos estancos políticos. Panamá es un buen ejemplo: el goteo de casos de un único bufete en sólo uno de tantos paraísos fiscales revela que todo lo que representa la casta (esa minoría que pone la economía y la política del país al servicio de sus intereses) tenía un modus operandi común sin que eso representase una orquestación necesariamente explícita del saqueo. No parece que Cebrián y Soria se pusieran de acuerdo incluso aunque el fango de petróleo y paraísos fiscales se asemeje tanto: simplemente así se hacen las cosas en ese mundo de las alturas.

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