La gente que se mueve en bicicleta por una ciudad como Madrid tiene continuamente que explicar que no, que no es peligroso, que las estadísticas muestran que es un medio de transporte bastante seguro. Que hay una alta percepción de riesgo pero que la realidad es que el riesgo es equivalente o menor al de otros medios de transporte por la ciudad. La realidad va por un lado y la percepción de la realidad por otro. Y, frente a la frase hecha, la percepción de la realidad es mucho más tozuda que la realidad.

Sigue en eldiario.es