windsorMadrid, 2005. Arde la torre Windsor. Uno de las más notables de Madrid. De esas que los madrileños pensábamos que siempre estarían ahí. Junto a El Corte Inglés de Castellana. Fue en la madrugada del 12 al 13 de febrero, en unas semanas conmemoraremos 10 años.

Pocos días después se descubrió que en uno de los despachos del rascacielos, en el inicio del incendio, alguien había entrado a quemar unos papeles. Nadie sabe aún quién fue. Los papeles desaparecieron, vaya si lo hicieron. Junto con todo el rascacielos.

Supongo que, diez años después, quienes estuvieron en un despacho quemando unos pocos papeles que querían hacer desaparecer se dan por satisfechos: desaparecieron los papeles, nunca nadie les ha identificado y por tanto no pagarán la responsabilidad por el incendio ni por lo que probaban los papeles. Ni siquiera sabemos qué querían ocultar. Tampoco queda ni rastro del rascacielos. Hay otro en su lugar, ocupado por El Corte Inglés, por el poder. Pero lo importante, que aquellos papeles no trascendieran aunque para ello tuviera que arder todo el edificio, se consiguió. Objetivo cumplido.

En Izquierda Unida hay un incendio. La temperatura estaba alta desde hace mucho tiempo. Hará más de año y medio que algunos lo explicamos en un Consejo Político Federal: «Madrid no es un problema de Madrid, es un problema federal«. El incendio no era en un despacho del edificio sólo. Era un problema del edificio. Y se dejó calentar.

Como las chispas no prendían la pradera, en octubre el calentón de temperatura prendió con una explosión. La obscenidad de las tarjetas black recuperaba la más grave actuación que ha sucedido en el seno de IU desde su fundación: la complicidad del núcleo dominante de una federación, la madrileña, con los poderes financieros y políticos que han gobernado Madrid, especialmente en Cajamadrid. En aquel momento decenas, o cientos, de militantes y cuadros de IU-CM querían irse. Hubo quienes intentamos convencer de que había una batalla crucial, las primarias, que teníamos que dar, que IU éramos quienes combatíamos el capital financiero, no sus cómplices de años.

IU-CM sancionó el tema con unas conclusiones sobre un asunto colateral pero que hoy resultan muy reveladoras. Se expulsaba, es un decir, a un diputado por su participación en una querella que el PP ponía contra gente del PP que se quería cargar… y que presentó IU-CM. Es interesante esto de que otro partido firme las querellas que en realidad presenta el tuyo para cargarte a quien te molesta de tu partido. Da que pensar. La persona a quien se expulsaba, es un decir, es Antero Ruiz, que hoy sigue integrado a todos los efectos en el grupo autonómico de IU-CM, fue uno de los que ratificó a Gregorio Gordo el jueves.

Izquierda Unida tuvo una Presidencia Federal muy clara en la que se decidió que quienes hubieran sido coordinadores en los momentos de las decisiones cruciales sobre Cajamadrid y Bankia, así como quien hubiera dirigido Fundeste, tenían que cesar en sus cargos orgánicos e institucionales y que IU-CM tenía que dar los nombres de tales personas para ejecutar tales responsabilidades. Nunca dio IU-CM nombre alguno. Una segunda Presidencia Federal puso esos nombres: Ángel Pérez y Gregorio Gordo. Y pidió su cese con una alambicada redacción a la que pudieron aferrarse quienes se negaran a rendir responsabilidad política alguna.

Todo eso es la génesis de este incendio, nada más. A estas alturas da casi igual cómo se ha llegado hasta aquí. En aquel momento Izquierda Unida (federal) habría sofocado el incendio siendo firmes en la exigencia de ceses. Eso fue en octubre, noviembre. Se pudo haber evitado la situación de la federación más de un año antes. No faltaron avisos ni quien se molestara por ser avisado.

Estamos a mediados de enero de 2015. Ha pasado el tiempo. La mayoría de la militancia de IU-CM ha hablado muy claro. Además se ha producido una movilización de simpatizantes espectacular que llena de alegría a cualquiera que desee el bien de Izquierda Unida, a cualquiera que busque un cambio real en nuestro país. Un inmenso acto ha demostrado que estamos en marcha, que hay mimbres para llevar a Madrid la política de Izquierda Unida, la convergencia política y con ella ganar a quienes han saqueado la Comunidad de Madrid, los mismos que han saqueado el conjunto del país.

Y, mientras, se ha bloqueado la organización y se ha disparado contra todo lo que se mueva, especialmente contra la vencedora de las primarias y clara candidata a ser la próxima presidenta de la Comunidad de Madrid, Tania Sánchez. Hemos tenido que soportar que la catarata de ataques de la prensa más ultra contara con la sonrisa de algunas de las personas que más tendrían que callar por el saqueo de Bankia, por todo. Incluso nos hemos encontrado con una querella del Partido Popular de Madrid contra Tania Sánchez, una querella que bien podríamos llamar, junto con aquella querella pagada con una tarjeta black, «pack de querellas do ut des«.

El jueves pasado los grupos municipal y autonómico decidieron ratificar a Gregorio Gordo y Ángel Pérez. Aquí no ha pasado nada. Si una resolución de la Presidencia Federal dice que tienen que cesar los coordinadores en cuyos periodos se hayan tomado decisiones sobre Cajamadrid, la única forma de pensar que los seis diputados y los tres concejales no rompen con su organización es pensar que nunca se tomó en IU-CM una decisión relevante sobre Cajamadrid. Una forma de tomarnos por gilipollas a todos, pero ya da igual.

Todo va tarde.

Creo sinceramente que, en un momento tan crítico de la Historia política de nuestro país, Izquierda Unida puede elegir entre tener su tumba o tener una pista de despegue en Madrid. Lo que no puede pensar nadie es que se puede alcanzar una calma chicha. Es evidente que hay gente trabajando contra el cambio. Izquierda Unida es una fuerza de cambio. Por tanto, sólo le cabe una alternativa a Izquierda Unida: ser en Madrid una fuerza de cambio. Esa es la obligación histórica inmediata de quienes merezcan el nombre de dirigentes de Izquierda Unida.

Hace unos meses cabía solucionar un conflicto político con unas pocas dimisiones, con unas primarias, con unos discretos pasos atrás. El 11 de octubre titulaba un apunte cuya prudencia nadie podrá negar: «Una nueva IU-CM por patriotismo de organización«. Hace de esto más de un trimestre. No sucedió entonces, se dejó que crecieran las llamas tranquilizando a los dirigentes más responsables de Izquierda Unida con esas dos resoluciones de la Presidencia que nunca se hicieron cumplir y que incluso el propio responsable de organización desacató al votar en el grupo autonómico la continuidad de Gregorio Gordo.

Parece que se va a convocar esta semana otra Presidencia Federal que intentará apagar el incendio, esta vez sí, que hay en IU-CM. Los incendios no se apagan mirando para otro lado sino que crecen y por tanto el vaso de agua que acaso hubiera sido útil en otro momento ahora sería irrisorio. Que Gregorio Gordo y Ángel Pérez no pueden ser nada en nombre de IU es una obviedad. Que Miguel Reneses firmó su cese como responsable de organización federal al votar la ratificación de Gregorio Gordo no hace falta ni discutirlo.

Los dirigentes de Izquierda Unida deben ejercer ya de dirigentes de Izquierda Unida y apagar el incendio que hay en un despacho. Y ya no vale con esas dimisiones obvias. Las llamas han crecido y lo que habría sofocado en octubre, noviembre, incluso diciembre… queda obsoleto tras la burla a IU del jueves en los grupos institucionales. Toca resolver el incendio y que las llamas de unos irresponsables no se lleven por delante todo el edificio para dejar el solar al poder. Toca optar. No aparece en el horizonte otra opción que intervenir con contundencia IU-CM para que responda a los principios de Izquierda Unida y a la mayoría real de la militancia de IU-CM, para que no sea una organización de quienes abrazan a imputados por el mayor saqueo de nuestros tiempos, para que sea la organización de la gente honesta que quiere cambiar Madrid y que contribuirá con ello al cambio en el país. Si no el incendio seguirá creciendo, será agua desperdiciada. Toca ejercer de dirigentes y apagar un fuego que durante demasiado tiempo se dejó crecer esperando un ataque de responsabilidad de los pirómanos.

En todo caso que nadie tenga la osadía de echar el incendio en cara a quien lleva tiempo llamando a los bomberos.

Frente a los pirómanos ayer vimos a la militancia mayoritaria poniendo en marcha el cambio en Madrid, con cientos y cientos de activistas y militantes de la Izquierda Unida real ilusionados y resistentes a los ataques de la mafia que ha saqueado Madrid. Estamos en disposición de poner en marcha un pilar fundamental para el cambio en el país y para que Izquierda Unida sea una parte crucial del mismo. Las cartas son claras. A elegir.