La noche del 25M fuimos sacudidos por un shock electoral no previsto. Por un lado se desmemoraba el régimen bipartidista del 78, que no alcanzaba el 50% del voto; inmediatamente anunció Rubalcaba que dejaba la dirección del PSOE y Juan Carlos de Borbón que dejaba el trono. Por el otro se producía una profunda reconfiguración de la composición de la alternativa popular con una importante subida de IU y la explosión política que ha supuesto Podemos. Ello hace que haya muchísima fuerza en la alternativa a ese mundo que se desmorona pero también que la urgencia con la que intentar culminar el cambio (en un año habremos tenido elecciones municipales y muchas autonómicas y estaremos preparando las generales) choque con la necesidad de digerir el terremoto y ordenar las ideas para que la respuesta sea inteligente.

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