Quienes hayan participado en un congreso de una organización política saben que estos se dividen en dos espacios. Los salones de plenarios y las comisiones donde se debate unos documentos políticos y organizativos (con mecanismos ciertamente mejorables) y los pasillos, convertidos en un mercado persa de avales, a tantos avales el puesto en el consejo político, cruzado con negociadores de distintos grupos mayores o pequeños que intentan llegar a acuerdos… para construir una lista de la que finalmente saldrá el máximo órgano de la organización y de él el resto de órganos. Para llegar a ese clímax el proceso previo es similar de abajo hacia arriba: en cada federación, en cada asamblea… se hacen enmiendas políticas y se negocian, discuten, presentan y votan candidaturas para ser delegados en el congreso. En el caso de IU, la votación final es la que elige al Consejo Político Federal que elige también al Coordinador. En el del PSOE, si no me equivoco, lo que se votaba al final era el Secretario General directamente.

En IU hemos tenido recientemente alguna experiencia distinta. En Fuenlabrada, hace unos años, hicimos una asamblea dentro del proceso de refundación. No se elegía órgano alguno: sólo se debatió de política, de la política que nos tenía que llevar a refundar la izquierda. Tampoco se hizo enmendando la línea 3 de la página 5 con una adición sino con un debate menos burocratizado, más razonado. Todo el proceso fue mucho más productivo, más ameno y puso a la organización a pensar su política. Finalmente las conclusiones fueron mejor compartidas y más osadas que otras veces (aunque sin duda el problema fue su falta de desarrollo posterior).

De esa experiencia saqué una conclusión: es bueno para las organizaciones políticas separar temporalmente el debate político de la elección de los órganos. No por dar mayor protagonismo a las personas sino para todo lo contrario: para que tenga lugar el debate político y se le conceda el máximo interés, que es el que merece.

El PSOE ha separado ambos procesos. En unas semanas tendrá un congreso federal en el que no habrá emoción: sabemos quién va a ganar, Pedro Sánchez. El mismo, por cierto, que si se hubiera hecho un proceso clásico mediante avales, delegados y control de los aparatos. Sin embargo tiene toda la pinta de que va a ser más bien un congreso a la americana, una puesta de largo escénica del nuevo líder a quien hay que dar a conocer. Porque la elección previa hace impensable que durante estas semanas las agrupaciones del PSOE hayan estado debatiendo textos políticos. Será una escena de liderazgo y de construcción de equipos al servicio del nuevo líder. Para más inri, al tener Pedro Sánchez la elección garantizada, la participación de las minorías en los órganos será la que a Sánchez le dé la gana dada la inexistente capacidad de negociación de los distintos grupos.

Uno, que no piensa en el PSOE sino en la izquierda, intuye que igual la idea de desvincular la elección de órganos de los congresos no sea mala… siempre que se haga exactamente al revés: que se llegue al congreso a debatir de política y una vez conocido el resultado del debate, dos, tres o cuatro semanas después, se proceda a elegir por sufragio universal de la militancia los órganos que sean (el Consejo Político en el caso de IU). Se sanearía así la asamblea (que es como en IU llamamos al congreso) y además sería más probable que la elección de personas fuera acorde con la política previamente decidida.

No sé, es una posibilidad. Por aprender algo del PSOE. Aunque sea de lo que podrían no haber hecho mal.