Quizás la cima de la sandez que rodea a la nueva ley del aborto sea esa según la cual era discriminar por razón de discapacidad (Gallardón dixit) incluir la malformación del feto como un supuesto que permitiera el aborto incluso algunas semanas más allá del plazo general (pues hay malformaciones que tardan en detectarse).

Todos (prácticamente todos, incluidos los redactores del anteproyecto de ley presentado el viernes pasado) partimos del supuesto de que el feto no es todavía una persona. Si no partiéramos de esa idea sería horrorosa la posibilidad de abortar en caso de violación, pero sólo el integrismo más bochornosamente fanático es coherente y pide la eliminación de ese supuesto. Tampoco parecería razonable que en un país en el que está prohibida la eutanasia activa se permita el aborto en caso de malformaciones incompatibles con la vida: ¡se está discriminando a los concebidos sí nacidos, que no tenemos derecho a parar el sufrimiento cuando estamos irrecuperablemente enfermos! El nivel de gilipollez es muy básico y por eso resulta tan agotador seguir atascados en debates tan rancios.

Quitando, pues, a esos pequeñísimos grupos de fanáticos todo el mundo parte de que el feto no es un ser humano. Algunos que se quedaron en Aristóteles piensan que es un ser humano en potencia al modo en que un huevo frito es un pollo frito en potencia o en que un hombre y una mujer fértiles son un hombre, una mujer y un bebé en potencia por lo que abstenerse de follar sería algo así como un aborto: carece de mucho sentido salvo quizás el poético. Pero que ya sea un ser humano no lo piensa casi nadie o al menos casi nadie es coherente con esa idea.

La objeción de la discriminación es, pues, una estupidez. Lo que sí tendría más sentido (no mucho más, pero sí algo) es la protesta contra la eugenesia, esto es, la selección de qué tipo de personas nacen para modificar la especie humana para bien (según el prefijo eu-). El problema con la eugenesia es que históricamente la tenemos asociada a proyectos de uniformización de la humanidad (el nazismo, por ejemplo): es una aberración intentar que todos los nacidos sean arios o que sean heterosexuales o que midan más de 1.90 o que les salga un bigote frondoso. Sin embargo no es ninguna aberración (salvo para religiosos fanáticos) evitar que un hijo tenga una enfermedad hereditaria y quienes no vivimos bajo supersticiones no tenemos ningún problema en seleccionar de entre un conjunto de gametos humanos aquellos que eviten enfermedades al niño. Se hace regularmente allí donde la ciencia ha logrado identificar los genes que provocan enfermedades jodidas que hacen que merezca la pena el esfuerzo.

La eugenesia por sí misma no es un problema. Lo es sólo cuando es aberrante seleccionar aquello que es aberrante intentar curar en un niño o en un adulto, es decir, cuando el prefijo eu- (bueno) no se refiere a cosas buenas (estar sano es objetivamente deseable, todos lo preferimos a no estarlo) sino a lo que debería sernos indiferente en una sociedad no discriminatoria. Si el síndrome de Down fuera curable es evidente que un altísimo porcentaje de padres curaría a sus hijos de tal enfermedad. Ahora bien, curar a un hijo de ser negro, homosexual, mujer o insuficientemente alto es fascismo y a un padre que intentase curar a su hijo de esas características habría que quitarle la patria potestad : pues ser negro o blanco, homosexual o heterosexual, mujer u hombre es indiferente; estar sano es mejor que estar enfermo.  En el caso de esas selecciones ilegítimas no habría una discriminación (al feto) sino un modelo de sociedad aberrante basado en la discriminación que lleva a una uniformidad por criterios que no es legítimo desear. Es legítimo desear una sociedad de personas sanas: es lo que intentamos todos los días con los avances de la medicina, con la defensa de la sanidad, yendo al médico. No es legítimo buscar una sociedad étnica o sexualmente uniforme.

De aquellas patologías que curaríamos si se dan en una persona ¿qué problema hay en intentar evitar que nazcan niños con ellas? En muchos casos es la propia naturaleza la que impide la continuidad de un embarazo cuando el embrión tiene disfunciones, los abortos naturales (los que provoca dios, según quienes tienen esa superstición) son en una buena proporción porque el cuerpo de la mujer desecha embriones malformados. Felizmente hemos avanzado y podemos curar enfermedades que nos matarían. Partiendo del supuesto (ya digo que prácticamente universal) de que de lo que estamos hablando no es de una persona sino de un embrión o un feto (esto es, una parte del cuerpo de una mujer que en un futuro, si no pasa nada, acabaría siendo un hijo pero que en ese momento no lo es), ¿qué problema moral hay en intentar prevenir tales enfermedades y, si la mujer embarazada no lo desea, permitirle no tener un hijo enfermo? Por poner un ejemplo habitual: ¿es discriminar a las personas con VIH que alguien con VIH prefiera adoptar que tener un hijo que probablemente tenga el virus?

La discriminación se puede producir después: cuando una persona nace con patologías y se encuentra un mundo en el que se ha recortado en sanidad, en educación especial, en dependencia, cuando llega a un mundo en el que o sus padres tienen mucho dinero o no podrán comprarle prótesis ni ayudas porque el Estado, en el mejor de los casos, tardará más de un año en pagarle su coste. Esa sí es una discriminación contra niños y adultos que tengan patologías. Cuando no hay niño sino una parte del cuerpo de la madre no hay discriminación posible y es perfectamente legítimo que ella prefiera que esa parte de su cuerpo no devenga en un hijo enfermo. En esos casos, incluso si el Estado cubriera sus obligaciones de atender a las personas para que no vivan discriminadas, sería perfectamente legítimo y normal esforzarse por tener hijos sanos y no tenerlos enfermos.

Se trata de eugenesia, probablemente, pero en su sentido literal, la búsqueda de nacimientos buenos, que es lo que hemos hecho todos en el seguimiento del embarazo, en la alimentación cuidada de la madre, evitando el alcohol y el tabaco, tomando tal complemento alimenticio que mejorará el desarrollo neuronal del futuró bebé… Porque estar sano es objetivamente mejor que estar enfermo. Querer hijos sanos no es discriminar. Discriminar es destrozar los mecanismos que palian la mala vida que se tiene estando enfermo. Incluidos los que hacen que no estemos enfermos. De eso saben un rato los comehostias que nos gobiernan.