No creo que haya nadie dispuesto a defender que la selección española de fútbol juegue el partido que va a jugar contra Guinea Ecuatorial estos días. Todo el mundo entiende que es un favor político que se le hace a un dictador corrupto (y que ha amparado a algunos de nuestros grandes corruptos; en Guinea Ecuatorial han andado haciendo negocios inmobiliarios Tamayo y el Pocero) que aprovechará la asistencia de la campeona del mundo de fútbol para simular no ya una normalidad sino un cierto protagonismo internacional. Y la Federación Española de Fútbol tenía una fecha libre y una cuenta corriente así que todos contentos. Tampoco es nada nuevo: del Mundial de la Argentina de Videla al próximo Mundial fresquito en Catar el fútbol ha sido un instrumento para alcanzar una legitimidad política imposible y la corrupción lo ha facilitado.
Es una indecencia facilitar la normalización del régimen de Obiang.
Si estamos de acuerdo en eso, estaremos de acuerdo en que sería al menos igual de indecente facilitar la normalización del régimen de Israel, que viola sistemáticamente todos los derechos humanos de un pueblo, practica el apartheid contra los ciudadanos israelís árabes, construye ilegalmente en territorio ocupado, bombardea impunemente cuando lo considera oportuno, fabrica muros segregadores ilegales, ataca militarmente barcos con ayuda humanitaria, convierte Gaza en un campo de concentración… Por odioso que sea el régimen de Obiang no puede parecerlo menos el de Israel.
Lo único que hace mejor a Israel que a Obiang es que es tan de los nuestros que siendo un país asiático sus cantantes compiten en Eurovisión y sus equipos deportivos juegan competiciones europeas; y su armamento es nuestro mientras nuestra política exterior es suya. La selección de Guinea Ecuatorial no juega la Eurocopa de fútbol ni de baloncesto, pero ello no sería más aberrante que que la juegue Israel. Es tan de los nuestros Israel que todavía hay quien sin sonrojo dice que es la unica democracia de Oriente Próximo demostrando una idea peculiar de la democracia.
Por eso cuando Serrat y Sabina anunciaron que iban a cantar en Israel hubo una campaña importante de defensores de derechos humanos pidiendo a los dos cantantes que anularan un concierto que sólo acompañaba al intento occidental de normalizar un régimen genocida, de incorporarlo al ámbito de los nuestros. Por supuesto Serrat y Sabina no actuarían en Guinea Ecuatorial (ni Obiang lo intentaría, no es ese el tipo de normalización que intenta), pero uno quiere pensar que tampoco en la Argentina de Videla ni el Chile de Pinochet ni en la Sudáfrica del apartheid, tan debilitada por el boicot internacional. Además la selección de fútbol siempre ha pretendido carecer de sesgo político (relativamente, porque es profundamente político negarse a jugar contra la selección de Gibraltar pese a que haya sido admitida en la UEFA) pero Serrat y Sabina durante mucho tiempo se han situado en una izquierda menguante de la que han sido referentes: su actuación en Israel era mucho más demoledora en términos políticos, normalizaba mucho más el crimen, que el partido de la selección en Guinea Ecuatorial. Finalmente actuaron sin hacer ni una alusión a los crímenes perpetrados por el gobierno israelí, ni a la paz, ni ninguna blandenguería. Silencio total. Como harán Iniesta y Villa, ni más ni menos.
No vale escandalizarse por ayudar a normalizar el régimen guineano mientras miramos para otro lado cuando el régimen que convalidamos es uno genocida pero que llevamos décadas normalizando. ¿O el problema de la selección en Guinea Ecuatorial es sólo que todavía no hemos lavado suficiente la cara a Obiang? ¿O que Serrat y Sabina son más listos y progrsistas que Villar? ¿No debería ser eso un agravante?
No nos escandalicemos. Al fin y al cabo Serrat y Sabina también tenían una fecha libre y una cuenta corriente.
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Aprovecho para recomendar una visita a la web por el boicot, la desinversión y las sanciones a Israel.
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