Ayer se puso en marcha el juicio del caso Herriko Tabernas. Es un caso que usó Garzón para abrir la puerta a la ilegalización de Batasuna: de hecho varios de los acusados son dirigentes de la izquierda abertzale. El juicio empezó ayer después de once años. Desde 2002 a 2013 uno podría pensar que el proceso se ha retrasado mucho porque la trama era compleja y había muchos detalles que comprobar, que no han querido dejar un cabo suelto (y en once años da tiempo a dejar cada cabo niquelado).

Al comienzo del juicio uno de los abogados explica que la Herriko Taberna que financia a ETA de sus clientes es en realidad una asociación de defensa de derechos de prostitutas cuyo nombre ( Askabide) coincidía con un establecimiento que sí era una herriko pero que no estaba en el juicio. Supongo que con un cierto bochorno sacaron a la asociación de la causa.

Once años. En once años no se dieron cuenta de un detalle tan simple y fácil de comprobar.

Si en vez de una asociación de este tipo Askabide se hubiera tratado de un bar o de una librería, nadie la habría sacado del proceso. La evidencia de que nada tenía que ver con ningún tipo de acusación de entornos y financiaciones era tan obscena que salió del juicio.

Pero lo que muestra la inclusión de esta asociación es que se trata de instrucciones y juicios hechos a bulto en los que bajo la apariencia de operaciones estudiadas y soportadas en fuertes aparatos probatorios no hay más que humo. ¿O resulta que han probado hasta el último detalle de las otras 109 herrikos y justo de ésta es la única en la que olvidaron siquiera comprobar no ya que financiara a ETA sino que incluso fuera una herriko taberna?

Es el colofón grotesco a años de juicios que han llevado a la cárcel a cientos de personas bajo una tesis política radicalmente opuesta a la presunción de inocencia (la tesis todo es ETA) que puso puente de plata a la criminalización de todo movimiento de protesta en cualquier punto del Estado.

Si no se encargaron siquiera de comprobar si cada acusado ponía kalimotxos o defendía a prostitutas, que no nos cuenten que sí que comprobaron más allá de cualquier duda razonable que financiaban y reclutaban gente para ETA.

Felizmente ETA se terminó. Es historia sangrienta y dolorosa pero nunca más volverá a aparecer. En vez de normalizar la vida política y parar la antidemocrática escalada represiva que se activó con la teoría del entorno, hemos puesto en marcha casos que parecían encerrados para siempre en un cajón. A España le vendría muy bien responder a ese final dejando de hacer el ridículo.