Todos hemos escuchado a Fernández Díaz decir que si ETA se disuelve empezarán a cambiar las cosas, se podrá empezar a hablar de cosas, no se sabe de qué pero se intuye: acercamiento de presos, liberación de los enfermos y de los que ya han cumplido tres cuartas partes de la condena, puesta en libertad de presos sin delitos de sangre… El listón actual («la disolución de ETA«) es al que hemos llegado tras superar las anteriores marcas («Si ETA pone fin a la violencia», «si ETA pone fin a la violencia DEFINITIVAMENTE», «si se comprueba que efectivamente ETA ha puesto fin definitivamente a todas sus formas de violencia»…). Hoy se demuestra que tampoco, que no cuela.

Comienza esta mañana en la Audiencia Nacional el juicio contra 41 personas acusadas de pertenencia a Segi. A ninguna de ellas se les acusa de acto violento alguno. A algunos de ellos la policía les vio reunirse con gente de Segi, a otros les encontró una camiseta en el registro de su casa… pruebas endebles de la pertenencia a una organización que la justicia española ha considerado terrorista pese a que no consten en su currículo atentados terroristas. No es que se considere (sólo) que Segi era la cantera de ETA, ni se considera a Segi parte de ETA, sino que el Tribunal Supremo declaró que Segi era por sí misma una organización terrorista, aunque vinculada a ETA.

¿Cuando ETA se disuelva? Segi se disolvió. Hace casi año y medio. Y sin embargo nada. Hoy se empieza a juzgar a 41 personas por pertenencia a Segi y queda otro juicio previsto para 2014. La fiscalia pide 6 años de cárcel para la mayoría de los acusados.

En las últimas semanas se ha decidido poner en marcha el carrusel de juicios que parecían paralizados. No sólo el de Segi. Hace once años Garzón, en plena carrera con Mayor Oreja por aplicar con una dureza mayor el disparate de la teoría del entorno, hizo una espectacular operación contra las Herriko Tabernas. Seguro que todos nos acordamos. De lo que no nos acordábamos muchos es de que el caso se dejó en el limbo: once años, once, de aquella operación y hasta este jueves no va a empezar el juicio. Si alguien de buena fe cree que las Herriko Tabernas son una parte de ETA debe de estar indignado con un Estado, el español, que deja pasar once años sin juzgar una supuesta red de financiación de ETA, que de algo parecido a eso es de lo que se les acusa(ba).

Que de repente se pongan en marcha juicios que todo el mundo pensaba que de ese limbo pasarían a un silencioso olvido no parece casual. Coincide por un lado con el cuarto aniversario de la entrada en prisión de Arnaldo Otegi y el resto de los condenados por el infame caso Bateragune: condenados a varios años de cárcel por reunirse en la sede de un sindicato legal a trazar el camino del final de la violencia de ETA, terrible delito. Coincide por otro lado con el previsible final de la doctrina Parot no por un ataque de Estado de Derecho sino por imposición de la justicia internacional de derechos humanos. Por el motivo que sea alguien ha tomado la decisión de reactivar el pasado judicial.

¿Si ETA se disuelve? Podemos suponer que si ETA se disuelve el gobierno responderá como ha respondido a la disolución de Segi. Como si no pasara nada y perseverando en el uso arbitrario para su propia propaganda de los restos de un pasado que cada vez es más difícil exprimir. Como en tantas cosas el gobierno sigue en el pasado.

El gobierno ha renunciado a ser parte de la solución, del final de la violencia en Euskadi. Allá él. El problema es que esa renuncia se puede llevar a la cárcel a decenas de jóvenes que sí están mirando al presente y al futuro y eso sólo puede atornillar al País Vasco en el pasado.