Zapatero está a punto de publicar un libro en la editorial Planeta en el que dicen que va a contar cómo tomó la decisión de entregar el país a la troika e iniciar una política de shock neoliberal que no se detuvo en ningún derecho ni en ninguna ley, incluida la reforma del 135 de la Constitución. Es interesante el tema que bien merece explicaciónes públicas pero es una lástima que quien lo va a contar tenga tan poca credibilidad y ya en el título («El Dilema«) anuncie que va a presentar lo que fue una traición a su pueblo como un duro proceso personal (para él) en el que tuvo que tomar la mejor decisión (para su pueblo). Seguro que acabará explicando que para él lo fácil habría sido no sacrificarnos en el altar de los mercados pero que lo hizo por nuestro bien, aunque nos duelan las hostias.

Si no tenemos en cuenta que es difícil que Zapatero cuente realmente la traición, parecería bastante razonable pedir a quienes hayan gobernado el país que cuando tienen tiempo libre escriban todo lo importante que les sucedió durante el ejercicio de su cargo para que podamos aprender de su experiencia. En algún momento escribí (en un apunte perdido en las mudanzas blogueras) a favor de que los ex presidentes e incluso los ministros tuvieran generosas pensiones vitalicias. Sólo ponía una condición: una suerte de muerte mercantil (la imposibilidad de que hicieran negocios pues muy bien podrían vivir de tal pensión) y que se dedicaran a cambio a volcar los conocimientos y experiencias en la sociedad mediante libros, clases, conferencias… que no cobrarían porque serían la contraprestación de la pensión. Nos evitaríamos así la forma menos disimulada de corrupción (la puerta giratoria con la que las grandes empresas recompensan los favores recibidos en el pasado y muestran a los gobernantes presentes a quién tienen que defender para labrarse un futuro mejor) y socializaríamos una buena cantidad de conocimientos cuyo origen es la sociedad, nada menos que el gobierno.

Ocurre que no es esto lo que hará Zapatero. Cobrará un pastizal de Lara. Un pastizal desconocido, pero un pastizal seguro. Hasta hoy pensaba que era un negocio bilateral: Planeta pagaba por un libro que se vendería bien y cada político que publicaba en Planeta se aseguraba un saco extra de euros. Al fin y al cabo en mi post-adolescencia devoré memorias políticas  (incluso aquella estupenda «Autobiografía del general Franco» que Vázquez Montalbán publicó en Planeta sin que conste que Franco cobrara por ella). Uno no se siente friqui y piensa que igual hay gente que, como yo en aquellos años, siente interés por lo que publique esta gente. Aunque en muchos casos sea sólo morbo.

Hoy publica ElDiario.es un interesantísimo artículo en el que explica que no, que yo sí que era un friqui (no se refiere explícitamente a mí, pero si se lee atentamente se entiende) y que estos libros los compra muy poca gente (y seguramente los lee menos gente aún: hay gente que cree que tener en la estantería un libro de Aznar y uno de Bono no es humillante). Que la publicación de estos libros es ruinosa. ¿A qué se mete entonces Planeta en este follón?

No cabe entenderlo más que como otra forma de puerta giratoria: Planeta no es sólo una editorial. Es una macroempresa que posee cadenas de televisión (Antena 3 y La Sexta), editoriales, periódicos… Es un núcleo de poder que necesita de los favores políticos para seguir creciendo. El negocio del fútbol tiene mucho que ver con el poder político (¿por eso cerró Roures Público en cuanto ganó Rajoy las elecciones?), las licencias de televisión exigen complicidad turbia con el gobierno de turno, la concentración de medios de comunicación es una aberración democrática que en Europa es legal porque los gobiernos no se enfrentan al gran poder económico y político de sus dueños. No sólo no se enfrentan sino que compadrean. Y se lo cobran.

No sabremos cuánto cobrará Zapatero por publicar unas reflexiones que deberían ser gratis para toda la ciudadanía, que nos pertenecen, que no deberían ser un negocio para nadie y que Zapatero escribió mientras cobraba esa pensión vitalicia. Pero si encima no es un negocio sino un pago por servicios prestados estamos ante la misma desfachatez corrupta que cuando Aznar cobra de Endesa y Felipe González de Gas Natural: el pago por la puesta a disposición de los poderes económicos de nuestra democracia.

Espero que pronto circule el libro gratis por internet para que si hay alguien que lo quiera leer no pague un euro por ello. Quien roba no es quien lo lea gratis. Ese es uno de los ciudadanos robados.