El pasado sábado Izquierda Unida convocó su X Asamblea Federal para mediados de diciembre y esta tarde el Consejo Político Regional de Izquierda Unida-Comunidad de Madrid adelantará previsiblemente su Asamblea un par de semanas antes de la federal. Son dos procesos que se entremezclarán pero que son muy distintos y ambos tienen una importancia histórica para la izquierda alternativa.

El conjunto de Izquierda Unida (IU Federal) tiene ante sí la obligación de atinar con el análisis político. Probablemente no haya grandes conflictos sobre la dirección (lo cual debería facilitar su rejuvenecimiento y feminización) lo que permitirá centrarnos en los dos asuntos que necesitan una respuesta urgentemente: qué proyecto de país proponemos como respuesta a la descomposición política vigente y qué organización política planteamos a las capas populares para responder a la crisis estructural en que vivimos. Si en otros procesos asamblearios IU parecía jugarse mejores o peores resultados electorales, hoy debemos ser conscientes de que existe la posibilidad cierta de darle la vuelta al país entre otras cosas porque en lo que nos lo pensamos la derecha ya está poniendo en marcha su proceso constituyente que será elitista y reaccionario. El desmoronamiento del país, la intensa movilización social y el curso de las encuestas trasladan a IU la responsabilidad histórica de pensar en grande no sólo como organización sino sobre todo para el país. Para ello hace falta discursos y análisis atinados para la nueva situación del país y un modelo organizativo que dé la vuelta a una organización que no puede ser la misma que cuando hace cuatro años luchaba por no caer del 3%.

En IU-CM la cuestión es parcialmente distinta. PMadrid también ha entrado en colapso entre otras cosas porque el shock neoliberal lleva en marcha desde el golpe del tamayazo. Desde el paso de los mineros las calles de Madrid son las más agitadas del país y el gobierno de Esperanza Aguirre nunca fue tan débil como lo es hoy. Sin embargo no se puede negar, cualquiera que sea la posición de uno en IU, que IU-CM parte de una situación interna muy distinta, mucho más débil, a la del conjunto de IU. La prueba está en el adelanto de la asamblea regional que de ser ordinaria habría de haberse celebrado en abril del año que viene. Son conocidos algunos conflictos internos de diverso tipo (desde las cuentas de la federación a la participación en Bankia pasando por el discutible ejercicio de señalados cargos internos o las posiciones de algún portavoz que rompen con las posiciones del conjunto de la izquierda reiteradamente) que exigen un profundo cambio interno para resultar creíbles a esos amplios sectores sociales cuyo servicio debe ser la razón primera y última de una organización político-social de izquierdas. Es deseable, y muchos lo intentaremos, que el proceso madrileño también sea lo más unitario posible con el objetivo de cambiar aquello en lo que hemos fallado, que no ha sido poco, sin que del proceso salgan una facción ni varias como vencedoras sobre las otras (ni siquiera aquellas que vemos los números de partida como razonablemente favorables) sino como un proceso participativo, colectivo en el que haya pasos atrás de personas concretas pero sobre todo un paso adelante de una organización que deje de estar en conflicto con el conjunto de IU y en ocasiones con los sectores sociales en los que nos identificamos. Si lo conseguimos, no sólo habremos cambiado estructuralmente la izquierda madrileña, sino que habremos dado el primer paso para que más pronto que tarde Madrid vuelva a ser ejemplo de resistencia democrática y de cambio.

De aquí a diciembre la izquierda tiene el reto histórico de seguir participando, promoviendo y cohesionando luchas contra los ataques que nos seguirán llegando. Pero mientras tenemos la obligación histórica de salir de diciembre con un discurso y una organización útil, que se abra a nuestro pueblo para responder de su mano a los ataques y dar la vuelta al país. No sólo es una obligación que tenemos con el país: es la condición necesaria para que la izquierda sea la protagonista de la respuesta a una crisis tan profunda que se llevará por delante buena parte de lo que conocemos: también a buena parte de sus organizaciones políticas al menos tal como son ahora.