¿Recuperar Impuesto de Patrimonio? Una estupidez: “no tendría prácticamente impacto en los números rojos del Estado“, nos decían los sabios liberales. ¿Un impuesto a la banca? “No tiene ningún sentido porque no creará empleo“, nos explicaron con el aval que da que quien lo decía sabía de lo que hablaba porque de hecho es banquero. ¿Un impuesto a las grandes fortunas? Una medida “meramente estética” y además donde habéis leído “grandes fortunas” pone “clase media” que es la que cargaría con este impuesto meramente estético según la luminaria de portavoz del Govern que disfruta Cataluña. ¿Subir los impuestos a las SICAV, que actualmente pagan un expolio del 1%? Respondamos citando literalmente a un suplemento liberal titulado Ideas (sic) que vale como resumen para todas las propuestas de este tipo:”Verdaderamente, la socialdemocracia [¿?] llega a mermar las capacidades intelectuales de (muchos de) sus adeptos. Distorsiona el sentido común de maneras. Si no, no es fácil explicar que la mayoría de la gente se crea que subir los impuestos a las rentas muy altas es una medida positiva para la economía y para el país.” Si os aprendéis estas últimas líneas de memoria podéis doctoraros en economía si sabéis escoger buen tutor.
Toda propuesta de introducir progresividad fiscal haciendo que las rentas altas paguen algo más de impuestos se ha tildado de ridícula y demagógica con un argumento reiterado: sería el chocolate del loro. Y, por supuesto, quienes lo proponemos somos unos imbéciles, iletrados que no tenemos ni idea de economía. Si ya nuestra propuesta es un plan de lucha contra el fraude fiscal que ponga a cotizar las ingentes bolsas de dinero negro que lastran nuestra economía, la respuesta tiene que incluir necesariamente los adjetivos estalinista, totalitario y decimonónico. Y seguir por ineficaz por ser, sí, el chocolate del loro.
Pero hete aquí que aquel plan de lucha contra el fraude fiscal que Soraya Sáenz de Santamaría anunció tras el Consejo de Ministros de 5 de enero consiste en pedir que quienes almacenan grandes fortunas se entreguen sin necesidad de poner las manos en alto ni nada ni que se les lea sus derechos: pagando un 10% del dinero negro que almacenan se le perdonan todos los pecados (los delitos, en este caso). Y ese 10% del dinero negro que quienes nos roban quieran graciosamente blanquear no sólo no es el chocolate del loro sino que es lo que va a permitir que nuestro déficit quede menudo, que es como le gustan los déficits ajenos a quienes gobiernan a nuestro Gobierno: pequeños y suaves.
Si el 10% de lo que voluntariamente blanqueen quienes nos han robado es un volumen tan importante, ¿cuál sería la rentabilidad de invertir en una potente inspección fiscal dirigida por fin a rastrear esas colosales sumas y ponerlas bajo la ley de los mortales? Es una pregunta retórica: la rentabilidad para quienes nos gobiernan sería nula. Y para nosotros… el chocolate del loro.
Que no es una crisis, es una estafa no es sólo un lema propagandístico. Es un riguroso y detallado análisis de lo que nos sucede. Es innecesario entrar en la obscenidad de que que mientras nos suben los impuestos al consumo y a las rentas del trabajo faciliten el blanqueo de dinero al tiempo que deterioran el aparato estatal de lucha contra el fraude fiscal y lo descabezan.