¿Nos ha salido rana Iñaki Urdangarín? ¡Parecía un tipo majo, un deportista, un chico sano, alto y guapetón! Y de repente, nos lo encontramos señalado por varios chanchullos financieros: desde los 300.000 euros que le habría pagado Teddy Bautista para que consiguiera una mejora de la imagen de la SGAE (no sabemos qué conocimientos tendría Iñaki de marketing, aunque sí qué contactos tiene la familia en prensa; también sabemos que el éxito de la carísima campaña fue más bien limitado) a la apropiación de dinero público mediante empresas tapadera en Baleares.
En realidad no todo ha sido tan repentino. Cuando Urdangarin y su real señora se fueron a vivir a Estados Unidos ya se barruntaba que lo del joven y guapo deportista con los negocietes tibios se estaba pasando de escandaloso y que por ello alguien sensato había decidido aconsejarle que pusiera tierra y mar por medio: que si la cabra tira al monte, al menos que lo haga en una cordillera menos conocida. Y más allá de rumores, Esquerra Unida del País Valencià sí lleva tiempo pidiendo que se investiguen las jornadas “Valencia Summit” que cobró generosamente la empresa de Urdangarín (el tal Instituto Noos) sin que el resto de partidos valencianos vean interés en investigar la posible corrupción: quizás porque Iñaki no es de otro partido, seguramente porque meterse con la Casa Real ya no es una monería mediática, personal y electoralmente rentable.
Cuando empezó el 15M hubo quien se extrañó de que no aparecieran críticas a la monarquía. Sí las hay y no pueden ser más evidentes: cuando se critican los privilegios políticos y la corrupción ¿puede haber algo más señalado que la Casa Real? Los privilegios políticos, jurídicos y económicos son medievales; y también la corrupción que de hecho ha rodeado a la Zarzuela es inagotable.
Desde el principio del reinado, Manuel Prado y Colón de Carvajal fue el administrador privado del rey (lo que vendría siendo un testaferro si sospecháramos de la ética borbónica, que por supuesto no es el caso) y después fue condenado varias veces con penas de cárcel por corrupto. Afortunadamente nuestra democracia no se ceba con los desfavorecidos y el administrador del rey salió de la cárcel por motivos humanitarios y su hijo es hoy el presidente de Endesa, sin duda por mérito y capacidad. El entorno real está trufado de delincuentes económicos: desde Javier de la Rosa a Mario Conde es difícil encontrar a quien robara a gran escala sin haber sido antes amigo personal de la real casa. Por no recordar a otros primos como el rey Fahd de la plus-quam-democrática Arabia Saudi que según está escrito pagaba a palacio una cantidad por cada barril de petroleo que importaba España: al fin y al cabo quien se encargaría del trámite era el ya citado Manuel Prado y Colón de Carvajal y tampoco conviene cebarse.
Resulta difícil pensar que Iñaki Urdangarin aprendió a hacer chanchullos financieros mientras jugaba al balonmano con el Barça y ganaba medallas con España. Si hubiera tenido tal arte para el negocio oscuro, habría sido excesivamente generoso con el deporte haber aplazado tanto el embolsamiento de cientos de miles de euros; y por otra parte habría sido cruel con la SGAE: quién sabe si esa campaña de imagen hecha a tiempo hubiera podido salvar su absoluto descrédito actual. Uno más bien piensa que el entorno en el que Urdangarín aprendió estas artes fue el lodazal financiero que rodea a la Casa Real y que precisamente una institución blindada jurídica, política y mediáticamente y con un entorno financiero genera demasiadas tentaciones de corrupción. Parece más normal pensar que la propia monarquía es una institución que genera corrupción, que su carácter extremadamente privilegiado y democráticamente incontrolable funciona como imán para los chanchullos financieros y como repelente de los escrúpulos éticos.
Que Urdangarín no nos ha salido rana, vaya, que simplemente nos ha salido Borbón.
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