En octubre de 2009 detuvieron a varios miembros de la izquierda abertzale por estar reunidos en la sede del sindicato LAB preparando todo lo que ha venido después: rechazo de la violencia, cese de los atentados, etc.  Para quien ande despistado con tanta imputación, tanta absolución e incluso alguna reprimenda europea, desde entonces está detenido Otegi. El auto judicial de Garzón que ordenaba el encarcelamiento de cinco de ellos (nunca se supo por qué unos sí y otros como Rufi Etxeberria no) explicaba que la reunión estaba pretendiendo “treguas encubiertas“.

La expresión tiene su miga. Es fácil encontrar guerras encubiertas (por ejemplo, llamándolas acciones humanitarias), mentiras encubiertas (intentando que parezca verdad lo que uno dice aunque no lo sea), o incluso Rajoy inventó las verdades encubiertas (cuando dijo que Camps no se corrompería sólo por unos trajes; a primera vista parecería que Rajoy mentía, pero era porque no quería que viéramos que era verdad que no se corrompía sólo por unos trajes, que no eran más que la guinda del pastel).

Una tregua encubierta tendría que ser algo que realmente fuera una tregua pero que ETA disimulase haciendo que pareciera que estaba cometiendo atentados. Y la cosa es harto difícil porque no es sencillo convencer a la humanidad de que uno está cometiendo atentados sin poner bombas y pegar tiros; y si uno pega tiros y pone bombas lo difícil es que esté realmente en tregua. Por lo que a uno no se le ocurría cómo sería eso de una tregua encubierta; tendría que ser un páramo  de paz y conciliación con un cartel en el centro firmado por Magritte que dijera Esto no es una tregua… hasta que llegó el comunicado de ETA de ayer.

Cuando ETA declaró el alto el fuego permanente, general y verificable mucha gente preguntó por qué no se había añadido el adjetivo definitivo o al menos con vocación de definitivo (que era la expresión de la Declaración de Gernika que el comunicado decía acatar). Rufi Etxeberria afirmó entonces que pronto vendría otro comunicado de ETA explicando que efectivemente esta vez era la definitiva. Tal comunicado no vino.

El comunicado de ayer tiene dos cosas positivas. La primera es que, en contra de lo que anunciaron los partidos ilegalizadores, pese a la imposibilidad de que Sortu esté en las municipales ETA no rompe el alto el fuego: sorprendería que no se alegrasen de no haber llevado razón tampoco en esto si no supiésemos que el no hay nada nuevo es su cantinela universal. La segunda es que, a falta de voluntad del gobierno de establecer mecanismos de comprobación de que efectivamente ETA ni atenta, ni amenaza, ni realiza movimientos encaminados a atentar o amenazar, acepte que un grupo de personas vinculadas a la defensa de los derechos humanos, a la seguridad y a la resolución pacífica de conflictos se encargue de ello.

Esas dos circunstancias dejan claro que la posición dominante hoy en ETA es seguir las instrucciones de la izquierda abertzale ya sea por entusiasmo o porque no le queda más remedio. Y en tales circunstancias no cabe duda de que tal posición supone la irreversibilidad del alto el fuego: si realmente se establecieran mecanismos de verificación sería imposible para ETA preparar la ruptura del alto el fuego sin que los verificadores anunciasen el final de la tregua.

Pero ETA no incluye esa palabra, definitivo, que tanto ayudaría a quienes quieren convencer de que esta vez va en serio, de que el cambio de rumbo no tiene vuelta atrás. Ese empeño en negarse a decir la palabra definitivo que sólo puede deducirse indirectamente de sus textos (acatar la declaración de Gernika y los principios del senador Mitchell) es lo más parecido que uno puede imaginar al encubrimiento de la tregua definitiva que denunciaba Garzón. Parecería que ETA quiere aparentar que tiene vuelta atrás lo que no la va a tener: incluso en el más que improbable supuesto de que ETA volviese a poner sangre sobre la mesa parece claro que ningún espacio político relevante de la sociedad vasca miraría para otro lado.

ETA suelta comunicados cada tanto tiempo que perder una de esas ocasiones en un comunicado que sólo aporta matices parece más carnaza para los del nada nuevo y desesperación para quienes quieren que todo sea nuevo. Es positivo que mantengan el alto el fuego pese a las ilegalizaciones (nadie esperaba sinceramente lo contrario) y que apuesten por esa verificación informal (dado que el gobierno se niega a formalizarla), pero uno espera comunicados que supongan puntos de inflexión todavía necesarios. Y tal sólo puede ser anunciar el carácter definitivo del cese de las armas.

En su momento sólo Rufi Etxeberria se tiró a la piscina lanzando una profecía con voluntad de ser autocumplida según la cual ETA explicaría el carácter definitivo del silencio de sus armas. Fue el único que dijo que dejaría de ser un alto el fuego encubiertamente definitivo. Quizás sea esa la extraña razón por la que mientras Garzón encarcelaba a unos liberaba a Etxeberria: porque no quería encubrir qué tregua tenemos.