Han despedido a Carlos Carnicero de El Plural, el medio de comunicación (por llamarlo de alguna manera) digital que puso en marcha Enric Sopena que hace honor a su nombre tanto como otros similares (se me ocurre El imparcial de Anson, por ejemplo). Y esto es bueno. No porque echen a Carlos Carnicero, contra quien no tengo gran cosa pero que tampoco parece que vaya a ser el periodista con peores problemas laborales. Digo que su despido de El Plural está bien porque ha facilitado que Carnicero se enfade y cuente un poco de la mierda que ha visto.

No tengo constancia de que Iberdrola o Repsol, patrocinadores de El Plural, hayan tenido que ver en mi despido. Pero no creo que les haya gustado mucho que haya recordado que los presidentes de estas dos compañías van a ganar este año ocho millones y medio de Euros. (casi mil quinientos millones de pesetas). Nadie podrá enseñar un artículo de Sopena criticando esa obscenidad, todavía más en tiempos de crisis. El PSOE y el Gobierno le proporcionaron esos patrocinadores, que es una forma de comprar sus silencios. Que tenga suerte Sopena cuando Rajoy llegue al poder.

No me voy a hacer el sorprendido porque la publicidad condicione la línea editorial de los medios. Eso lo sabemos. Pero sí creo que es la primera vez que alguien de dentro de un medio de comunicación afirma que un gobierno y el partido que lo sustenta actuaban como conseguidores de dinero de grandes empresas (en este caso energéticas) para financiar medios de comunicación afines a tal gobierno. Es una confesión de esa alianza de intereses que hace que los partidos turnistas, los gobiernos que controlan (estatal, autonómicos, municipales) y sus medios de comunicación (por llamarlos de alguna manera) afines defiendan juntos lo mismo, porque los intereses son los mismos.

La publicidad de los medios digitales ligados a los partidos turnistas son siempre de empresas energéticas y financieras. Si se cuela algún otro anuncio es siempre de una administración controlada por el partido ligado al medio (la Comunidad de Madrid, por ejemplo, no falta nunca en la publicidad de esos medios que tanto adulan a la lideresa). Ese poder económico no suele hacer demasiada distinción partidista: las mismas empresas, los mismos bancos, las mismas energéticas… llenan de publicidad esos medios. ¿Cómo podrían darle luego la espalda esos medios y los partidos a los que sirven de altavoz dar a esos bancos, a esas energéticas? Después de convencer a Iberdrola y Repsol de que pagaran los medios de propaganda afines, ¿podría Zapatero abrir el debate nuclear tras Fukushima? ¿podría mantenerse en el No a la guerra y dejar desamparadas las plantas de Repsol que llevan un mes detenidas en Libia? ¿Habría permitido La Caixa (otro habitual de la publicidad en estos medios) que Zapatero aceptase ayer que las hipotecas se acabasen con la entrega del piso? No lo sabemos, pues los mismos partidos que se apoyan en los medios anunciados por energéticas y bancos son los que aprueban toda operación militar que sea conveniente a esas energéticas, hacen de abogados de sus intereses en América Latina, apoyan el rescate con dinero público de los bancos y niegan cualquier rescate a las víctimas de éstos.

Habréis visto los problemas que tiene últimamente Tercera Información y este blog en concreto. Hace tiempo que sé de la dificultad con la que alguno de sus miembros busca publicidad como sea para que se pueda sostener económicamente incluso sin pagar sueldos mínimos a quienes escriben sus artículos. No hay partidos ni gobiernos locales, autonómicos o estatal que lo socorran echando mano de empresas de las que sean cómplices: los potenciales anunciantes de Tercera Información no piden contactos y favores político-económicos, sino datos contrastados de visitas a la web. Y la búsqueda de un nuevo servidor (no ya la imposible contratación como profesionales de los articulistas o la remuneración -¡digámoslo de una vez!- de los blogueros de Tercera Información) se hace con esos duros límites. Así funciona nuestra libertad de expresión: con mucha dificultad salvo que uno se vincule a ese conglomerado de límites difusos entre los intereses empresariales, que son los políticos, que son los mediáticos.

En otros países, cuando se cae un blog por falta de ancho de banda dicen que hay censura. Es una forma de verlo.