Antiguamente la visita de un gobernante extranjero comenazaba pasando revista a un grupito militar ante el que anfitrión e invitado paseaban mirando como inspeccionando si tal fusil estuviera pasado de moda o al cabo López se le insinuara un michelín bajo la casaca. Ayer Merkel hizo el ritual, sí, pero rápidamente, en una faena de aliño, que no están las cosas como para disimular: ella no venía a eso. Posiblemente el ritual militar responde a que antiguamente eran los ejércitos quienes daban golpes de estado e invadían países. Merkel vino a pasar revista a los mercados, que es como más del siglo XXI. Hasta Cándido Méndez se puso una corbata para mostrar que en España está todo como le gusta a Frau Merkel.

España cumple sus deberes“, “España va por el buen camino“, dijo sin disimular su actitud imperial. No dijo “España ha cumplido sus deberes y ha llegado adonde tenía que llegar“: esto no ha hecho nada más que empezar, simplemente ya estamos en el camino hacia la Arcadia neoliberal.

Han ido tan rápidos los recortes que todavía no está claro cuál será el próximo objetivo. Bernat Soria, patrocinado por una empresa farmacéutica, anunció el holocausto sanitario si no reformamos (nos cargamos) la sanidad pública. Aznar anda diciendo que lo que hay que cargarse son los miniestados autonómicos (¿dirá lo mismo en EEUU sobre sus auténticos estados federados?). Pero Merkel marcó nuevas tareas: competitividad social, laboral y fiscal. En ningún caso competitividad en formación, sino en los dos aspectos (¿alguien sabe qué rayos significa competitividad social o en qué se distingue de la laboral? ¿se refiere a que se pueda trabajar a los 10 años? ¿a que no haya vacaciones remuneradas?) en los que más claramente se compite a la baja: el objetivo es convertir a Europa en China.

En vez de decir directamente que lo que había que hacer es bajar los salarios Merkel aseguró que había que ligarlos a los beneficios de las empresas. Contaba ayer el economista Arcadi Oliveres en un acto de Attac el ejemplo de SEAT. Tras muchísimos años seguidos de beneficios aprobó un ERE durísimo en el primer año de pérdidas. En los cinco años anteriores los beneficios de SEAT habían sido en promedio de 1.5 millones de euros por trabajador: según la doctrina de Merkel, así, sin cocinar, cada trabajador de SEAT (¡no sólo sus directivos!) habría tenido que ganar 1.5 millones de euros al año y no los 20.000 euros que ganaban de media. Pone esta mañana Ignacio Escolar otros cuantos ejemplos de cómo en plena crisis la propuesta de Merkel sería un desastre para las grandes empresas españolas: esas que componen el consejo de ministros paralelo que convocó Zapatero hace unas semanas.

Que no cunda el entusiasmo. A estas alturas ya les habrán puesto delante un informe a los economistas de Fedea para que lo firmen explicando que la variación salarial debe ser por los beneficios de la empresa (o pérdidas) con el límite máximo del IPC: si suben los sueldos demasiado, dirán, sube la inflación (¡el terrible impuesto para los pobres que tanto les preocupa!). Lo que sea. Ayer, por si acaso, la tríada de tertulianos televisivos del Canal 24h (de RTVE) estuvieron alabando la sensatez de la propuesta Merkel, que es de sentido común, “especialmente en tiempos de crisis” (¿estos tertulianos cobran por los beneficios de RTVE?). Seguramente pronto nos dirán que hay que aceptar las conclusiones de esos informes por nuestro bien, para garantizarnos los salarios (ayer Valeriano Gómez explicó que la bajada de pensiones se debe a que según informes sin ella… ¡bajarían las pensiones!).

La guerra será ahora por los salarios. Y mañana por la Sanidad. Pasado mañana por la descentralización del Estado. Al día siguiente se les ocurrirá nuevas agresiones. Así hasta que digamos basta. Si es que lo decimos algún día.

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