Este apunte aparece también en Proceso de paz, una plaza cibernética promovida por Lokarri.

Cuando ETA publicó su comunicado de septiembre a través de la BBC yo estaba fuera de vacaciones. Me llamó mi madre para decírmelo. ‘¿Pone si es un alto el fuego permanente y verificable?‘, ‘No, sólo que han decidido no cometer atentados‘. Al filtrarse que a las 12h del (histórico) 10 de enero de 2010 se daría a conocer el esperadísimo comunicado de ETA he tenido una conversación parecida con mi madre: ‘Evidentemente dirá que hay alto el fuego permanente y verificable, pero ha pasado tiempo y ahora es necesario más: tiene que comprometerse con la declaración de Gernika, que pedía que el alto el fuego tuviera vocación de definitivo’.

Lo bueno de explicitar de antemano lo que se espera de un comunicado es que cuando uno lo tiene delante simplemente tiene que contrastarlo con lo que se pedía y ver si lo cumple. Por eso el comunicado de septiembre era insuficiente. Éste comunicado relata, con su retórica, las propuestas que ha habido “desde Bruselas hasta Gernika” para concluir: “ETA coincide con ello” y finalmente afirma que su alto el fuego permanente y de carácter general, que puede ser verificado por la comunidad internacionales “el compromiso firme de ETA con un proceso de solución definitivo y con el final de la confrontación armada.” A cambio de tener una redacción más alambicada que la nítida declaración de Gernika se sustituye la vocación por el compromiso firme. El comunicado de septiembre era muy inferior a las demandas que le hacía la sociedad a ETA. El actual está al nivel de esas demandas.

Existe en cambio toda una serie de agentes políticos y mediáticos que nunca dicen qué es lo que tiene que suceder para que observen cambios. Son quienes no vieron ninguna novedad en la declaración Zutik Euskal Herria, quienes han ninguneado cada paso que ha dado la izquierda abertzale ilegalizada, aquella gente que pase lo que pase dicen que es insuficiente, que es lo de siempre, que no hay ningún cambio. Por supuesto esa gente no había explicado qué esperaban que contuviera el inminente comunicado, no fuera a ser que se lo encontraran y tuvieran que reconocer la relevancia de la situación. Así, a los pocos minutos de publicarse el comunicado los medios de comunicación iban explicando por qué era insuficiente el comunicado, por qué era lo de siempre.

Lo que necesitamos no son comunicados sino hechos. Esta objeción es un tanto intrigante. Porque lo que uno demanda de ETA es precisamente que deje de haber hechos. En lo que ETA se diferencia de otros colectivos, lo que hace que recoja todo nuestro rechazo son sus hechos: su violencia, sus amenazas. Lo que esperamos de ETA, precisamente, es que no haya hechos. ¿Hay entonces que depositar la confianza en la palabra de ETA? No, esa potencial confianza quedó hecha añicos en la T-4. El único hecho que puede hacer evidente que no va a haber hechos (violencia en sus distintos grados) es la verificabilidad del alto el fuego. Por eso es tan importante. Si hay agentes externos a ETA verificando que la organización no se rearma ni se reestructura para la vuelta a las andadas el alto el fuego no tiene vuelta de hoja.

En la tregua de 2006 Zapatero anunció que antes de negociar se verificaría que efectivamente se cumplía el alto el fuego. Y nos dijo que se estaba verificando. Y no era verdad: si hubiera habido verificación nunca habría pillado por sorpresa el atentado de la T-4. Que entonces no se quisiera criticar a quien se arriesgaba por la paz no impedía constatar que aquella supuesta verificación no había existido. No hay hecho más contundente que la verificabilidad. Es una irresponsabilidad de Rubalcaba negarse a llevarla a cabo. Si el ofrecimiento de verificabilidad hecho por ETA no es sincero, sería constatable inmediatamente. Así, si alguien no creyera en la sinceridad de la propuesta de ETA bastaría con aceptar el envite de la verificación para arrebatar la careta. Sólo cabe rechazar esa verificabilidad si se cree que tal verificación constataría la realidad del alto el fuego pero se rechaza tal posibilidad por los cambios políticos que conllevaría: la ruptura de todos los inmovilismos.

ETA no anuncia su disolución, ni la entrega de armas, decía alguno. Y es verdad. Pero es que eso era impensable. El IRA, a día de hoy, no ha anunciado su disolución. Probablemente nunca lo haga y a nadie le importe. Nadie que conozca mínimamente otros procesos de pacificación y normalización política espera que ETA se disuelva de la noche a la mañana. Sí cabe que haya una entrega de armas. Ello sería simbólicamente importantísimo y probablemente en algún momento se produzca si alguien hace algo por poner en marcha un proceso de paz. La entrega de armas es un poderosísimo gesto, de una contundencia inequívoca. Pero como hecho es menos eficaz que la verificación. Pues no existe un censo oficial de armas de ETA, por lo que nunca se podría saber que efectivamente se han entregado todas las armas. Siempre podría haber otras no entregadas o se podrían conseguir nuevas. Mientras, una verificación real del alto el fuego comprobaría que no hay órdenes de aprovisionamiento, que no hay seguimientos, amenazas, etc.

El comunicado es muy parecido al de 2006. Formalmente sí, pero las diferencias son extraordinariamente relevantes. En primer lugar el comunicado de 2006 condicionaba el mantenimiento del alto el fuego a la consecución de un acuerdo. Se anunciaba en primer lugar el alto el fuego y luego se explicaba que “el objetivo de esta decisión es impulsar un proceso democrático en Euskal Herria para construir un nuevo marco en el que sean reconocidos los derechos que como Pueblo nos corresponden y asegurando de cara al futuro la posibilidad de desarrollo de todas las opciones políticas. Al final de ese proceso los ciudadanos vascos deben tener la palabra y la decisión sobre su futuro.” En este comunicado se habla también de un proceso de paz, de diálogo y de acuerdo, pero no se vincula al alto el fuego, que se comunica al final del comunicado sin que se afirme que tal alto el fuego tenga objetivo alguno: es mentira que en el comunicado aparezcan condiciones políticas ni de ningún tipo.

La propia caracterización del alto el fuego es muy distinta de aquella. En 2006 era simplemente un alto el fuego permanente que empezaba un par de días después. Hoy la declaración es mucho más contundente: “ETA ha decidido declarar un alto el fuego permanente y de carácter general, que puede ser verificado por la comunidad internacional. Este es el compromiso firme de ETA con un proceso de solución definitivo y con el final de la confrontación armada.” No, no es lo mismo. El enigmático carácter general podría referirse a la violencia secundaria (kale borroka, impuesto revolucionario). La verificabilidad es la principal novedad, como ya se ha comentado. Y los dos compromisos firmes tienen también su importancia: la inclusión de la solución definitiva, inédita en el anterior comunicado y, sobre todo, la diferenciación del potencial proceso de paz del final de la confrontación armada. Que ETA manifieste, sin más, su compromiso firme con el final de la confrontación armada es una novedad muy relevante. Con todo, es una novedad retórica: lo importante es el carácter verificable del alto el fuego, que de facto conllevaría su carácter definitivo.

Con todo, hay una declaración que no he podido entender. Rubalcaba, que no ha admitido preguntas, ha comparecido ante los medios de comunicación. El comunicado no le ha parecido suficiente, lo cual sería aceptable si fuera razonado. Pero los argumentos que ha dado son de tipo estético e ideológico: ha criticado que ETA siga teniendo la misma retórica, que el comunicado recuerde la estética de anteriores comunicados y que ETA no renuncie a sus ideas. Cualquiera que tuviera hoy la primera noticia de ETA pensaría que el ministro del Interior los persigue por horteras, por tener una retórica fea o por sus horrorosas ideas. Ha renunciado a la verificación del alto el fuego sin dar una sola explicación (salvo que ya habían dicho que no). En ningún caso se ha referido a la violencia de ETA, que es lo que hace que deseemos su desaparición (quienes la deseamos). Sí en cambio a que Batasuna no podrá presentarse a las elecciones aunque anuncie que cumplirá la Ley de Partidos: uno pensaría que si se cumple la ley se es legal y que quien dictamina quién es legal es un juez, no un ministro. Que la entrada de la izquierda abertzale en las instituciones cambiara la composición de los ayuntamientos y diputaciones, no es una razón para retorcer hasta el absurdo los principios democráticos. ¿O quizás sí?

El comunicado es una importantísima noticia. ¿Es definitiva? No. A la sociedad vasca y a la española les queda un largo trecho hacia la paz y hacia la normalización. Pero con el comunicado de hoy se supera un punto de inflexión clave que sólo tendrá vuelta atrás si el gobierno insiste en renunciar a la verificación del alto el fuego. Con todo, y descontando la irresponsabilidad del gobierno, la izquierda abertzale pudo constatar este fin de semana la importancia social que tiene su apuesta por la paz. El éxito de la manifestación del sábado en Bilbo sólo puede comprenderse si entendemos que miles de vascos y vascas daban por imposible que allí se estuviera apoyando atentado alguno. Ya en plena tregua de 1998 la izquierda abertzale constató que sus apoyos se multiplicaban si desaparecía la violencia de ETA. Si la miopía del gobierno condicionara la determinación que ha llevado a la izquierda abertzale a luchar por sus objetivos políticos sólo mediante instrumentos políticos, pacíficos y democráticos estaría certificando su fin irreversible. En cualquier caso no podemos hacer mucho caso a las declaraciones de Rubalcaba. El comunicado es una señal de salida histórica y tanto la sociedad vasca como la española se juegan dar pasos cualitativamente demasiado importantes como para que acabe con ellos la miopía, la cobardía ni la mezquindad de nadie.

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