Hace unos días el gobierno anunciaba la privatización de los aeropuertos más rentables (Barajas y El Prat). Al día siguiente militarizaban los aeropuertos y decretaban por primera vez el estado de alarma. Ayer se prorrogaba el estado de alarma otros quince días y en el mismo acto sin hacer ni una leve mueca se sacaban a concurso la gestión privada de las torres de control de otros trece aeropuertos. Gracias al estado de alarma los sindicatos de clase habían aparcado las huelgas navideñas anunciadas y el gobierno ha decidido darse unas semanitas más de apoyo militar para dejar niqueladas las privatizaciones aéreas: seguridad militar y pública para fraguar ingresos empresariales, nada nuevo.

Nadie en Europa está siendo tan ortodoxo como el gobierno del PSOE. Como Berlusconi estaba ayer demasiado liado comprándose unos diputados (Esperanza Aguirre es tendencia) no tuvo la genial idea de declarar algún estado de excepción en Italia y se la han dejado hecha unos zorros. En Palermo los manifestantes llegaron a tomar el aeropuerto y la estación de trenes: algo intolerable, dejar una isla como Sicilia aislada (¿cómo va a estar una isla sino aislada?). Espero que haya puesto hoy a su prensa (Berlusconi tiene en cartera más periodistas que diputados) a dramatizar la quema de cajeros, el secuestro de la ciudadanía, la actitud mafiosa (quizá busquen otro adjetivo) para justificar algún paso hacia el autoritarismo. Hoy Grecia irá de nuevo a la huelga general (la octava) sin duda porque en su Gobierno faltan reaños para mostrar que los huelguistas están secuestrando la economía griega: que vaya Montoro y les explique que en democracia la huelga general debería ser ilegal (a diferencia de las dictaduras, obviamente). Para que digan que en España no tenemos ideas innovadoras.

Europa está ardiendo. El día que no es Italia son los estudiantes británicos y cuando no, es la ciudadanía francesa; o la portuguesa, o la griega, o también la irlandesa. Curiosamente el único país europeo que está oficialmente alarmado es de los pocos en los que no parece haber la justa alarma social.

Ayer anunciaba Toxo que “lo raro sería no hablar de huelga general“. Sería raro, sí y es raro que no estemos incendiando este país. No sólo los sindicatos, ni sólo los partidos, ni sólo estudiantes… Si no estamos incendiando el país es porque hasta ahora hemos preferido mostrarnos como una sociedad dormida, asustada, alarmada, que espera que, si no se mueve, el próximo golpe caiga a su lado: como el torero que no se mueve para que no le vea el toro. Para poder exigir incendios habrá que salir con la antorcha. Hoy y el sábado, por ejemplo, los sindicatos han convocado movilizaciones por todo el país. Para poder criticar que no estemos quemando el país habrá que mostrar esta semana que no estamos esperando que amaine la furia neoliberal, sino que vamos a salir a pararla.

No podemos seguir instalados en el “que incendien otros“. Ya que el Estado está alarmado, que sea con razón.

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