Ayer fue un día histórico. Tras más de siglo y medio amparando a nazis, dictadores, evasores fiscales, narcotraficantes, terroristas, especuladores, banqueros y controladores aéreos la banca suiza por fin paró los pies a alguien que quiso ocultar sus datos.  Julian Assange había puesto en la cuenta en la que recogía fondos para su defensa jurídica que residía en Ginebra, ¡y no es verdad! La banca suiza no se podía permitir tal descrédito, así que le cerró la cuenta corriente.

Es una parte divertidamente obscena del ataque dictatorial que están sufriendo Wikileaks y Julian Assange. Ninguna sentencia judicial ha ordenado cierre de web alguna, ni de ninguna cuenta corriente… El peor de los delincuentes tiene derecho a recaudar fondos para su defensa judicial. Y en las dictaduras ya no se acusa a nadie de delitos políticos: se fabrican delitos contra el disidente para poderlos presentar como delincuentes comunes. Lo que estamos viviendo estos días es la manifestación de una dictadura supranacional en la que al disidente que incomoda más de la cuenta se le persigue al margen de todo límite y con la colaboración de todas las organizaciones supuestamente privadas e independientes.

La buena noticia es que por primera vez estamos viviendo una suerte de ciberrevuelta global. Wikileaks tenía perfectamente prevista la agresividad del sistema y el viernes desplegó una respuesta que responde más bien a tácticas militares: con razón Ramón Lobo lo llama la Primera Guerra Mundial cibernética, salvo por el hecho de que sólo un bando pide la muerte de componentes del otro. Al ser cerrado el dominio wikileaks.org fue abierto inmediatamente wikileaks.ch y wikileaks.info. La primera se convertía en la nueva web oficial de Wikileaks. Y la segunda era en una de sus dos formas de hacer lo que se hace en toda guerra contra un enemigo poderoso: repartir las armas entre el pueblo. En wikileaks.info se pedía la creación de espejos de Wikileaks que supongan una barrera de seguridad contra los acosos cibernéticos. Ya hay miles en todo el mundo (Tercera Información ha creado http://wiki.leaks.es por ejemplo, donde podéis ver Wikileaks sin problemas de momento). La otra entrega de armas al pueblo fue ese seguro de vida en forma de archivo cifrado para que nos descarguemos y podamos abrir si a Julian Assange lo asesinan.

Además de la táctica dispuesta por Wikileaks, la ciberrevuelta se concreta en el boicot a Amazon y PayPal por colaboracionistas. PayPal recibía ayer un ataque de esta suerte de ciberresistencia. Supongo que pronto habrá otro contra Amazon. A la banca suiza no se le puede atacar, porque sus clientes son esos criminales atacados por los papeles de Wikileaks.

Se suceden ataques, censuras, respuestas simbólicas y reales. No sólo es clave el contenido de los papeles que está desvelando Wikileaks. También lo está siendo la impresionante revuelta que se está viviendo en la red: ha quedado desnuda una dictadura global y al mismo tiempo ha aparecido la primera resistencia global en internet con capacidad real de debilitar los cimientos del poder mundial.

Ante la crisis económica del neoliberalismo no estamos sabiendo dar la imprescindible respuesta global. Pero Wikileaks sí ha conseguido acentuar la crisis política del imperialismo y está en nuestras manos nutrir  la resistencia. Desde lo simbólico al ingreso de unos cuantos euros en las cuentas de wikileaks (ya que sacas unos cuantos euros hoy, que es el día del cantonazo, dale unos pocos a Wikileaks). Posiblemente esta sea una primera batalla que perdamos contra el poder. O no. Lo único que sabemos es que si no damos la batalla, perderemos la guerra.

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