Recortes sociales contra las personas que sufren las peores consecuencias de la crisis: se acaba el escasísimo subsidio que cobraban los parados de larga duración. Privatización de lo poco que siga en manos públicas: salvo Paradores, que sorprendentemente no entra en la agenda de privatizaciones pese a ser una empresa pública rentable (acaso los ricos quieran que sigan funcionando bien). Y, por fin la estrella de toda propuesta de derechas, recortes en el Impuesto de Sociedades (un impuesto sobre beneficios, por lo que el recorte no generará empleo más que muy indirectamente): habrán echado cuentas y se podrán permitir ingresar menos con lo que dejarán de pagar a los parados de larga duración.

Puede que este conjunto de medidas anunicadas ayer por Zapatero (el de “que el tiempo no te cambie“) no recuerden por completo a Irlanda. Sin duda la bajada del impuesto de sociedades y los recortes sociales sí. Pero la privatización de los aeropuertos sólo se le ocurrió a Margaret Thatcher, llevándolos al desastre hasta ahora (eso sí: un desastre con capital español).

No hace falta reiterar que Zapatero se suicida políticamente y entrega el gobierno al PP. Eso es lo de menos. Por el camino está destrozando el país. Destroza inmediatamente a las personas en paro que no tengan esperanzas de encontrar trabajo ni de recibir unas migajas de solidaridad pública para llegar a fin de mes (si alguno de ellos reacciona mal, que nadie se sorprenda), pero a medio plazo machaca a todo un país que está tan hundido como el resto de países que dieron lecciones de liberalismo. La salida impulsada por ZP es más shock neoliberal, más medicina de la que nos ha llevado a este lugar.

Hace seis meses los mercados decidieron que España tenía que girar a la derecha. Y Zapatero lo concedió entusiasta. Esta semana los mercados han vuelto a decidir que hace falta otro paso a la derecha, que aún queda un poco de espacio antes del barranco. Y Zapatero da el paso, dejando desubicada a esa derecha a la que frenamos con el voto útil (qué risa dan las fotos antiguas).

¿Cuándo se van a sentir saciados los mercados? De momento, no. Ayer todos los defensores del desmantelamiento de lo público (que, recordemos, no es lo que ha causado la crisis: la crisis es de los bancos, las constructoras, los especuladores inmobiliarios) alabaron con entusiasmo las medidas anunciadas con ZP: lo importante es que siga con esas “reformas estructurales, que no se detenga en éstas“. Uno nunca ha visto a los mercados saciados, salvo cuando piden paréntesis al capitalismo para que entre todos les llenemos los bolsillos ¿Y Zapatero? ¿Hay algún límite en lo que está dispuesto a ceder a los mercados?

¿Y los militantes y cuadros del PSOE? ¿En algún momento se hartarán y plantarán cara? ¿O sólo plantan cara cuando se trata de elaborar candidaturas? ¿Y la sociedad? ¿A qué estamos esperando para demostrar que tenemos más fuerza que esos mercados, que es a nosotros a quienes se tienen que someter los gobiernos? ¿Por qué en toda Europa pasan cosas (con o sin sindicatos fuertes; con o sin organizaciones de izquierdas fuertes) menos en España?

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