Hasta hace nada un rescate era el dinero que la familia pagaba a quien retenía a un secuestrado para conseguir su liberación. En 2010 hemos acuñado un nuevo modelo de rescate que es exactamente lo contrario: uno recibe un dinero a cambio de ser secuestrado por quienes pagan el rescate.

Estos nuevos rescates sólo se aplican a los Estados. Si un Estado pone decenas de miles de millones de euros para rescatar bancos, no pone condición alguna y se mantiene en secreto el nombre de los bancos rescatados. Incluso si eso lleva a la ruina a un Estado cuya deuda no era hasta entonces en absoluto preocupante: es el caso de Irlanda y en parte el de España.

No se conoce qué condiciones impondrá la Unión Europea a Irlanda ahora que la UE se compra esta república isleña. A Grecia le exigieron desmantelar el escaso Estado social que tuviera a tijeretazo limpio. Con Irlanda está más difícil pues ya era el paraíso de neoliberales que admiraban nuestras derechas de Madrid a Barcelona.

Probablemente en este caso las únicas condiciones sean mantenerse en ese liberalismo que le ha llevado al abismo. Tanto Grecia como Irlanda sufrieron los rescates al poco tiempo de que sus ciudadanías intentaran sustituir a la derecha neoliberal por algo que se autoproclama socialdemocracia. Inmediatamente el rescate supone el secuestro de un gobierno cuyas políticas se decidirán desde fuera. Al parecer en enero los irlandeses podrán decidir quién aplica esas políticas que les impondrán.

Lo primero que hicieron en América Latina para conseguir una independencia que les permitiera aplicar los avances sociales para los que eran votados los gobiernos fue acabar con la deuda. Cuando Kirchner zanjó la deuda argentina con el FMI, generó un gran malestar en Washington. Así consiguió que Argentina saliera de los terremotos económicos y políticos. Recuperó la democracia para Argentina. Lo último que esperan la UE y el FMI es que Grecia e Irlanda paguen su rescate.

Nos hemos comprado ya dos países y amenazamos a los siguientes: Portugal, España. Nuestros gobiernos harán nuevos gestos de responsabilidad, daremos confianza a los mercados. Nos comportaremos como si ya estuviéramos secuestrados. Es un esfuerzo inútil, pues los mercados no quieren súbditos, quieren rehenes. Por eso vuelven a amenazar con el Ibex y el precio de la deuda pública.

Es cierto que la deuda pública española no es como para estar asustados. Pero tampoco lo era la irlandesa, cuyo problema era la deuda privada, como en España. Los secuestradores acechan y nuestros gobiernos andan como locos por meterse libremente en el agujero que nos tienen preparado para que no haga falta que nos metan por la fuerza.

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