Sorprendentemente con la nueva agresión al Sáhara occidental, el gobierno marroquí no ha puesto en marcha a sus comentaristas oficiales. Es algo que siempre hace Israel: cuando el gobierno decide practicar unos cuantos asesinatos y éstos son criticados en blogs, medios de comunicación, etc… manda decenas de cartas a los periódicos firmadas por el embajador israelí y miles de comentarios anónimos idénticos a blogs, foros y noticias en los que se denuncia la ignorancia y el antisemitismo de quien denuncia el bombardeo. Durante la huelga de hambre de Aminetu Haidar sufrimos un fenómeno parecido por parte de Marruecos. Sin tanta intensidad y con peor castellano (Marruecos no tiene tanto dinero par Israel) pero con la misma estrategia, allí donde aparecía un texto a favor del pueblo saharaui o de Aminetu Haidar surgía un comentario tachando de maurófobo e ignorante a quien osara defender el derecho de un ser humano a volver a su país.

La eficacia del insulto (antisemita, maurófobo) radica en que haberlos haylos. En el caso del antisemitismo en España probablemente sea muy marginal pues ya se encargaron los Reyes Católicos de evitar que odiáramos a los judíos impidiendo su existencia en sus reinos: uno tiende a no odiar lo que no existe a sus ojos. De todas formas, no hace mucho tiempo el máximo dirigente del centro-derecha español achacaba sus males a una conspiración judeo-masónica, pero sus herederos aunque pretenden resucitar el miedo al masón han optado por una entrega incondicional al apoyo a todo crimen ejecutado por el gobierno israelí. Maurofobia, en cambio, es evidente que existe. Hasta la irrupción de los gitanos-rumanos los moros eran el mal (a su vez los moros habían quitado el rol a los gitanos autóctonos que eran los acusados de causar nuestra inseguridad en los ochenta). La agresividad demagógica del carnicero de las Azores se dirigía siempre hacia Marruecos, consciente de que existe cierto caldo de cultivo: no se odia a los moros como a los franceses, pero a cambio se los desprecia más y el gobernante corre menos riesgos. El pueblo saharaui es tan moro como el marroquí, pero las fobias etnicistas no suelen andarse con matices, así que el moro al que se odia es Marruecos (ni Argelia, ni Libia, ni Sahara…). También los palestinos son tan semitas como los israelís.

Es incómodo que cuando uno denuncia los crímenes de los gobiernos marroquí o israelí le llamen maurófobo o antisemita no porque exista alguna duda al respecto, sino porque hay una poquita gente que no denuncia los crímenes de los gobiernos de Israel y Marruecos porque denuncie todo crimen de un Estado contra pueblos oprimidos sino porque rechaza lo que venga de Israel o lo que venga de Marruecos.

Lo bueno de la gigantesca manifestación de ayer es que permite identificar perfectamente estos colectivos: quien se opusiera a los crímenes de Marruecos pero apoyara la matanza de Israel en Gaza evidencia que le importan un pimiento los derechos humanos y que la causa saharaui sólo le interesa por aspectos concretitos (ya sea explotar electoralmente la maurofobia o sacudir al PSOE como se merece pero por alguien sin galones morales para hacerlo); si alguien denunció los crímenes israelís pero calla o comprende los marroquís, podrá ser tachado de antisemita (aunque no conozco ningún caso así en España).

La inmensa mayoría de quienes estuvimos en la manifestación de ayer éramos la gente que protestamos contra toda agresión de los poderosos contra los débiles, quienes habíamos protestado contra los crímenes de Irak y de Palestina. Pero también estaba González Pons y Oyarzábal (dirigentes del PP, aunque no hubiera ningún cortejito del PP) diciendo el primero que entre los derechos humanos y geoestratégia había que elegir siempre derechos humanos (él no dimitió como senador del PP ni levantó la voz cuando Aznar preparó y ejecutó la invasión y bombardeo de Irak; sólo abandonó el Senado cuando Camps le ofreció un carguete mejor en Valencia); también estuvo UPyD (esta vez con un pequeñito pero vistoso cortejo rosa): si alguien encuentra un artículo o declaración de Rosa Díez o alguno de sus mariachis reprobando los bombardeos de Israel sobre Gaza en 2006, será galardonado con un osito piloto (rosa).

He ahí a los hipócritas que sólo protestan por nutrirse de ciertas fobias viscerales. No hace falta recordar que durante los ocho años de gobierno del PP no se movió ni un abdominal por apoyar la autodeterminación del Sahara (estábamos más centrados en Perejil); y tampoco es conocida la intervención de Rosa Díez en el parlamento europeo (¡ocho años estuvo!) en defensa del pueblo saharaui. Por cierto, tampoco se conoce intervención alguna de su eurodiputado actual en defensa del pueblo saharaui o contra el acuerdo de la UE por el que Marruecos es socio preferencial: con las cosas de (nuestro) comer no se juega.

Quienes denuncien a maurófobos, que se centren en quienes sólo critican los crímenes de Marruecos (y no otros) pero sin renunciar a sacar tajada del Sahara a través de los acuerdos comerciales con Marruecos; quienes denuncien antisemitas, busquen a quien denuncie crímenes israelís pero mira para otro lado cuando se producen otras ocupaciones de pueblos debilitados. Ocurre que a quienes defienden esos crímenes no les preocupan esos mezquinos sino quienes defendemos sinceramente los derechos humanos: con esos mezquinos se puede arreglar todo porque al fin y al cabo lo suyo son asuntos de negocios. Cuando gobierne el PP de la mano de UPyD (si sigue existiendo), Marruecos estará tranquilísimo y del Sahara sólo nos seguiremos acordando quienes nunca lo hemos olvidado.

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