Uno puede teorizar sobre la importancia de un buen candidato, de los debates, de la necesidad de comunicación directa con el elector, de planificar bien la campaña, de los mensajes de los últimos días… Pero luego va una candidata a senadora y se muere un par de semanas antes de las elecciones y las gana por más de veinte puntos frente a un candidato que no tendrá muchas virtudes, pero, qué diantres, ¡al menos está vivo! Jenny Oropeza ha sacado un 58.4% de voto (cuando se presentó viva en 2006 obtuvo seis puntos menos) y su oponente ha sacado un 35% (diez puntos menos que el anterior candidato republicano que se enfrentaba a una candidata viva).

Y seguramente ese resultado es una lección que debería enseñarnos algo, pero a mí no se me ocurre qué.

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