Para la izquierda europea Die Linke es un ejemplo de articulación de un amplio frente de izquierdas en el que nos miramos mucha gente cuando luchamos por la refundación de esta izquierda nuestra. Die Linke es una izquierda que nace de la valentía y la claridad de discurso de la socialdemocracia real, que se escindió del SPD al constatar su deriva hacia la derecha y la inteligencia de todos los sectores de la izquierda que en vez de buscar con qué excusa discrepar hicieron una piña admirable en torno a la coherencia política. Como es previsible (la izquierda es racional y por tanto previsible), Die Linke se define socialista.

Pensemos que si aquí algunas fobias personales llevan a utilizar para la descalificación personal por la pertenencia al Partido Comunista (pertenencia que, aunque pueda parecer mentira, no es un estigma exclusivamente para los lectores de Libertad Digital), en un país que ha estado dividido en dos Estados, uno de los cuales fue la RDA, tal estigmatización podría ser mucho más sencilla que en éste, en el que el PCE forma parte del alma de la lucha más heroica contra la dictadura. Pensemos que si aquí todavía hay quien descalifica a otros por ser socialdemócratas (pues con mucha ceguera no nos damos cuenta de lo radical que es un socialdemócrata real hoy), en Alemania el liderazgo carismático de Die Linke se lo ganó hasta que se retiró enfermo Oskar Lafontaine, que había sido presidente del SPD y ministro de Hacienda en un gobierno de Schroeder.

Una de las claves del éxito de Die Linke es que hacen piña frente a las estupideces. Mientras el resto de partidos los consideran unos apestados con los que no se puede llegar a ningún acuerdo ellos siguen con su discurso nítido, coherente y defendiéndose de los ataques externos con la mejor arma de la izquierda: la firmeza y la coherencia, opuestas ambas al sectarismo inquisidor. Supongo que esa piña debe de haber sido fruto de haber hecho oídos sordos a quienes desde dentro hubieran intentado señalar como herejes a unos por purísimos y a otros por contaminados. Cuando se tiene claro que los inquisidores internos son sólo unos insensatos con vista cansada, uno está en condiciones de plantar cara a los inquisidores externos. Die Linke está unida por un discurso político y por la coherencia entre éste y la práctica política del partido: dónde milite uno, dónde haya hecho política o a quién se haya apoyado no parece importar tanto cómo el discurso político y la práctica cotidiana.

La inteligencia y la coherencia de Die Linke ha sido ampliamente reconocida por los alemanes. La extensión geográfica cubierta por Die Linke es casi toda Alemania y ya todo ciudadano de izquierdas disconforme con el neoliberalismo tiene en Die Linke al referente de oposición social y política al sistema que nos lleva a la catástrofe.

Una curiosidad que apuntar: para mantener el hueco electoral que había en la izquierda antes de la formación de Die Linke, Los Verdes se han ido escorando a la derecha hasta llegar a acuerdos de gobierno con la democracia cristiana (la CDU de Angela Merkel), con quien gobierna en Hamburgo, la segunda ciudad de Alemania. Es la constante europea: el voto verde aparece en la izquierda cuando no existe un referente de izquierdas; si no, desaparece o, como en el caso alemán, se convierte en una opción de centro molón. La destrucción del planeta es fruto de un modelo económico, por lo que el vehículo lógico del ecologismo político es una fuerza de oposición al capitalismo.

¿Y en España? No creo pecar de optimismo si afirmo que quienes mantienen esa alergia al otro son absolutamente minoritarios en cada una de las posiciones amplias que hay en la izquierda española: tanto en el interior de IU como en el resto de la izquierda social y política. Baste ver la poquísima gente (por mucho que se amplifiquen sus gritos) a la que están arrastrando quienes deciden romper los esfuerzos por la convergencia allí donde estas rupturas suceden. Pero faltan algunas cosas. Hoy es todavía inimaginable que partes organizadas de la militancia del PSOE apuesten por un proyecto que no renuncie a la izquierda. Sus votantes sí, según dicen las encuestas. Pero todavía no hemos sabido hacerles ver que no son sólo necesarios nuevos votos, sino sobre todo fuerzas activistas que enriquezcan el titánico esfuerzo que toca para poner en marcha un proyecto tan ambicioso. En otros ámbitos (movimientos sociales y ciudadanía de izquierda no organizada u organizada en pequeños partidos) sí parece existir la consciencia de que la refundación de la izquierda a través de una convergencia que implique la generosidad de todo el mundo (es decir, de uno mismo en primer lugar) es fundamental en un momento histórico como éste. Es al menos la percepción que uno tiene al conocer la refundación de la izquierda allí donde se están produciendo esfuerzos por concretarla.

Queda mucho camino por recorrer, cómo no (curiosamente quienes antes afirmaban que la refundación era sólo cosmética preelectoral ahora denuncian que es insuficientemente rápida), pero los cimientos que se están poniendo no están del todo mal. Y los palos que se quieran poner en la rueda son tan enclenques que se quebrarán sólos. Como en Alemania, el tiempo de ser cenizos ha pasado. Ahora lo inteligente es el optimismo de la voluntad.

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NOTA: Este viernes como preámbulo a la Asamblea de Refundación hay un acto en el que representantes de diversas fuerzas de izquierdas europeas nos contarán cómo lo han hecho en sus países. Está asegurado que el acto terminará con tiempo de sobra para ver el partido, que la Roja es nuestra. Pincha en el cartel para ver los detalles del acto.

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