Una de las aberraciones de los economistas neoliberales es que entienden a los trabajadores como una mercancía más. Para explicar el paro, los salarios, etc. utilizan los mismos gráficos que sirven para explicar el precio de un aparato de televisión o el exceso de stock de coches. Por eso la solución al paro es salarios bajos, del mismo modo que si los televisores costaran un euro por pulgada se multiplicaría su venta.

Sin embargo, cuando el símil no sirve a los intereses de la gran patronal nos lo saltamos alegremente. Nunca se intenta vender un producto asegurando que será sencillo deshacerse de él. Hace algo más de un año compré un aparato de televisión y me convencieron de sus bondades diciendo que me duraría muchos años, no que cuando me quisiera deshacer de él lo tendría sencillísimo.

Durante la fiesta financiera de los últimos años nunca se aumentó el número de días de indemnización por despido improcedente. En la reforma que propone el gobierno se facilita el despido a las empresas con pérdidas sistemáticas (se rumorea que bastará con medio año de pérdidas), pero no se dificulta en absoluto el despido improcedente que hagan empresas con beneficios. La reforma es claramente asimétrica: carga los perjuicios de la crisis sobre los trabajadores mientras reserva los beneficios en situación de bonanza para los empresarios.

La experiencia desmiente que la reducción de la indemnización por despido haya aumentado la contratación indefinida. Es un problema mucho más profundo que difícilmente responde a la elección racional de los empresarios. No hay un sólo análisis (de derechas o de izquierdas) que sitúe en la dificultad para despedir el origen de esta crisis económico. Hasta Díaz Ferrán admitió que no se puede esperar que la reforma que piden (y que se parece razonablemente a la que concede el gobierno) genere empleo a corto plazo. La reforma que se aprobará el 16 de junio no se hará porque haya ningún indicio de que vaya a incidir positivamente en ningún índice económico y mucho menos en la generación de empleo, por no hablar de empleo de calidad. Se hará para satisfacer a los poderes financieros y empresariales nacionales e internacionales.

Zapatero admitió este fin de semana que ha existido un fraude masivo en los despidos llamando “despido disciplinario” a lo que todo el mundo sabe que es un despido por razones económicas. En vez de combatir el fraude lo pretende legalizar facilitando que se llame por su nombre e impidiendo que si a algún trabajador le queda ánimo combativo pueda denunciar el fraude que Zapatero reconoce que se está cometiendo para no dar indemnizaciones a los trabajadores.

No tiene sentido económico ni social. No responde siquiera a las argumentaciones liberales. Mucho menos a la experiencia. De nuevo la propuesta del Gobierno responde sólo a los intereses de los poderosos que tienen mucha prisa en eliminar las pocas conquistas del último siglo y medio que hayan sobrevivido a las tres décadas de neoliberalismo. Es una medida de fuerza impulsada por un gobierno que ha decidido ponerse del lado de los fuertes. Así que sólo se puede responder mostrando fuerza. Para parar éste y los siguientes golpes que nos darán hasta que reaccionemos. La fuerza, hoy, se llama Huelga General.

Si te ha gustado, ¡compártelo!:

Twitter
Facebook
del.icio.us
Bitacoras.com
Technorati
Meneame
RSS
Print this article!
Turn this article into a PDF!