En los años ochenta y noventa toda América Latina vivió planes de ajuste razonablemente parecidos a los que están comenzando en Europa. Eliminación del sector público, fin de la inversión del Estado en infraestructuras, supresión de los escasos intentos de Estado de Bienestar,… en general aplicación de las doctrinas de Friedman, todo ello impulsado por el FMI y el Banco Mundial y ejecutado servilmente por gobiernos locales en muchos casos corruptos y en alguno, como el argentino, comandado por la única persona en la Historia de la que se sabe científicamente que es gafe (si vais a Argentina, no digáis su nombre: decid el innombrable).

Esos planes de ajuste tuvieron dos tipos consecuencias a corto y medio plazo. Unas buenas para el poder económico, político y militar mundial y otras malas para la población local. Las primeras fueron la consolidación de la hegemonía política mundial del modelo neoliberal así como unas economías locales escuálidas que eran fácilmente asaltadas por las multinacionales estadounidenses. Como estos países habían renunciado a todo control local de la economía, sólo podían salir adelante a base de endeudarse y para conseguir crédito tenían que acudir al FMI, que lo daba sólo a cambio de más carnaza y más control. Obviamente las poblaciones locales padecieron duramente aquel modelo que las llevó a una polarización social brutal, en muchos casos al hambre y siempre a la renuncia a todos sus derechos sociales. Las élites políticas sólo servían de peones de los poderes occidentales: pedían dinero al FMI para entregárselo como era preceptivo a las multinacionales estadounidenses y con tanto traslado de dinero algo se quedaba en sus bolsillos: son también los años de los mayores corruptos que ha conocido América Latina, todos ellos muy bien vistos en su momento por nuestros medios de comunicación. Las poblaciones civiles latinoamericanas estaban desestructuradas, la débil izquierda existente fue aniquilada y los gobiernos estaban en manos de gente seria (corrupta, ineficaz, cruel… pero seria y felizmente encorbatada).

Posiblemente algunas cosas sean hoy muy distintas: de momento (aunque todo está yendo tan rápido que es impredecible el futuro a medio plazo) no se trata tanto de alimentar a multinacionales más o menos productivas sino al sector financiero que es el que el poder necesita resucitar; además las estructuras políticas son algo más sólidas que las latinoamericanas de entonces: por primera vez estamos asistiendo al control por parte del FMI de países desarrollados. Pero el modelo es análogo. Si parece claro que se está produciendo un desmantelamiento controlado de los gobiernos democráticos y una centralización de las decisiones económicas en poderes internacionales que sólo atienden a la defensa del poder económico mundial. En eso estamos en el mismo modelo y nadie debe descartar que, si triunfa, haya consecuencias parecidas.

¿Son esas consecuencias las que se buscan con estos planes de ajuste en Europa? Posiblemente, porque el poder económico sólo se fija en el corto plazo. Pero si yo fuera de derechas me fijaría en qué ha pasado en América Latina en el medio y largo plazo. Si yo fuera de derechas trataría de no repetir el modelo que ha llevado a media América Latina a procesos socialistas y a la otra media al menos a la emancipación económica. Colombia y México (acaso también Perú) son las únicas potencias del continente que siguen los dictados de Washington y que mantienen en sus gobiernos a aquel modelo de presidente corrupto, cruel e ineficaz, pero serio y encorbatado. Si yo fuera de derechas no repetiría el modelo que llevó a América Latina donde está ahora tras una o dos décadas de durísimo sufrimiento y humillación de sus pueblos.

¿Es un consuelo? ¿Está el socialismo a la vuelta de la esquina? No. Hoy lo único que está clara es la debilidad de la izquierda y que la Historia no es predecible científicamente. Pero la Historia está plagada de victorias que han sido gestionadas con tanta crueldad que han generado una reacción inesperable por parte de los supuestos derrotados. Si yo fuera de derechas administraría el sentimiento de victoria por el que pasa el poder con un poco de mano izquierda. Desgraciadamente, la derecha piensa la rapiña del hoy, del ahora, de este instante y si eso lleva a la destrucción de su estructura de poder a medio o largo plazo como si lo que se destruye es el planeta entero. Eso hoy no toca. Hoy toca pillar: ajuste, reforma laboral, reforma de las pensiones, gobernantes responsable, gente seria. Eso es gobernar: sacrificar a tu pueblo de momento.

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