Hace ya muchos años mis padres y yo teníamos un entretenimiento un tanto morboso para los sábados por la tarde. Escuchábamos una tertulia fascista que emitía Radio Intercontinental dirigida por la estrella de la emisora, Eduardo García Serrano. Esta emisora era propiedad de Serrano Súñer, el cuñadísimo de Franco que negoció con Hitler la incorporación de España al Eje fascista en la II Guerra Mundial y a quien el propio Franco relegó a un segundo plano al perder Alemania la Guerra: quería parecer menos nazi ante Estados Unidos y con el posteriormente dueño de Radio Intercontinental eso era imposible.

En aquel momento las tertulias de Radio Intercontinental eran un exotismo bastante inofensivo: no se había producido el rearme moral de la derecha planificado por Aznar y comandado por el losantismo (con sus moas, sus vidales). Por aquel entonces ningún diputado del PP había creado (¿con qué dinero?) Intereconomía.

Aquella emisora, Radio Intercontinental, era casi como un espectáculo de arqueología en el que uno se descojonaba de idioteces que nadie escuchaba desde cinco décadas antes. Éste era Eduardo García Serrano hace años entrevistando a muy-bienvenido-querido-Ricardo Sáenz de Ynestrillas en Radio Intercontinental:

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Con los años aquel programa dejó de tener gracia porque ya no era exótico, sino una expresión deslenguada de una realidad social fortalecida en torno al aznarismo. Lo que unos años antes daba risa comenzaba a producir hastío e incluso miedo. En Madrid las licencias para la TDT se concedieron sólo a empresas como Libertad Digital TV e Intereconomía: ninguna de las dos había emitido un fotograma en su vida, así que el invento audiovisual respondía a la voluntad del gobierno de Esperanza Aguirre.

El ex-diputado del Partido Popular, Julio Ariza, a la sazón dueño de Intereconomía, llegó a un acuerdo con la familia Serrano Súñer y compró Radio Intercontinental. Hace unos pocos meses los estudios de Chamberí de la emisora de Serrano Súñer cambiaron su rótulo por uno más moderno con el toro y las letras de la de Ariza. Se evidenciaba así que ya no era una cosa extraña cuyo exotismo y marginalidad hicieran gracia a los estómagos robustos como el mío: es propiedad de un señor del PP, partido al que algunos definen como centro-derecha o derecha democrática (valga el oxímoron). Ya no es propio de los libros de Historia en blanco y negro, sino un invento del gobierno actual de la Comunidad de Madrid. Los rótulos cambian, pero el fascismo es el mismo. Éste es Eduardo García Serrano ahora en las tertulias de Intereconomía:

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