Como en aquella crisis [la de los 70], la actual tiene por su gravedad la posibilidad de convertirse en un punto de inflexión en la senda. Pero también en una vuelta de tuerca más. […] La huelga general tiene una función más allá de toda duda: es una demostración de fuerza. Es el instrumento más poderoso que tienen los trabajadores para hacerse escuchar. Detener un país es demostrar que no se puede hacer cualquier cosa con sus ciudadanos; que hay que escuchar sus reivindicaciones. Es el primer paso para cambiar las tornas.

Alberto Garzón, La necesidad urgente de una huelga general, 11 de febrero de 2010

Cuentan quienes hablan con dirigentes sindicales que se están preparando para varias medidas de ajuste durísimas que el Gobierno ofrecerá en el altar de los Dioses Mercados próximamente. Se da por hecho al menos:

-Que el ajuste que Zapatero pretende aprobar esta semana es sólo el primero: un punto de partida de esa trayectoria que, según explicaron ayer, “no es ni un cambio ni un bandazo, sino responsabilidad“. Parece que nos quedan varios ataques de responsabilidad de un calado impredecible;

-Que la crisis está muy lejos de tocar fondo. Hay quien habla de una larga depresión como la sufrida por Japón durante diez años, aunque todo es especulación: de lo que nadie sensato habla es de brotes verdes. El inicio de un plan de ajuste muestra que la recuperación del empleo o incluso del crecimiento económico son perfectamente secundarios o incluso serían inconvenientes. De hecho son el instrumento con el cual se pretende justificar toda una transformación reaccionaria del modelo político y económico.

Esa es una de las razones fundamentales por la que la huelga general habría sido muy conveniente bastante antes del plan de ajuste y es urgente ahora (de hecho otra de las cosas  que cuentan quienes han hablado con dirigentes sindicales es que la huelga general podría ser convocada antes de lo que esperamos). No se trata sólo de revertir el tijeretazo de Zapatero, que también, sino de modificar la relación de fuerzas. La ofensiva de los poderes económicos se debe fundamentalmente a que enfrente han encontrado apaciguamiento y sólo si utilizamos el instrumento más poderoso que tienen los trabajadores para hacerse escuchar, la huelga general, los Dioses Mercados volverán a ponerse a la defensiva, como hace año y medio cuando permitían a los G-20s del mundo jugar a las refundaciones del capitalismo.

Es bastante probable que una huelga general muy próxima no tuviera el éxito que merecería. El músculo se adquiere ejercitándolo y últimamente hemos pasado demasiado tiempo tumbados en el sofá. Pero el hecho de no estar en forma sólo puede llevarnos a hacer ejercicio: el primer día tendremos agujetas; pasada la primera semana empezaremos a estar en forma. Lo que no podemos hacer es seguir en el sofá por miedo a las agujetas. Si seguimos tumbados en el sofá, nuestro(s) gobierno(s) irá(n) regalando todo el resto de muebles a los Dioses Mercados. Y al final les regalará hasta el sofá.

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