En el último encuentro de líderes cósmicos Zapatero y Rajoy acordaron la introducción de capital privado en las cajas de ahorro y que ese capital privado tuviera derechos políticos en ellas. Es decir, las cajas sacarán a la venta una especie de bonos y las empresas que los compren tomarán parte en la asamblea de la caja y, por qué no, en su consejo. No se acordó que la participación de capital privado en las cajas tuviera límite alguno que pusiera algún coto a la privatización.

Pocos meses antes el PSOE y el PP, junto con el resto de gobiernos de la UE, S.A., se pusieron de acuerdo en un asunto parecido: el rescate de la banca. En este caso lo hicieron de una forma muy distinta. En vez de intercambiar ayuda económica por participación en los órganos de decisión, el Estado español destinó 50.000 millones de euros para refinanciar la banca sin pedir contraprestación alguna.

No está mal que se impida que tal o cual banco se derrumbe: si tal ocurre miles de familias perderían sus ahorros y los trabajadores del banco perderían su trabajo. El curso normal del libre mercado llevaría al desastre y es lógico que haya una intervención pública. Pero la asimetría muestra el esquema ideológico de los dos partidos que pactan el rescate de bancos y cajas: si una institución semi-pública (las cajas) necesita ayuda, se solicita capital privado, que a cambio tendrá cierto control sobre la caja; si una institución privadísima (un banco) necesita ayuda, se entregan fondos públicos sin pedir ningún tipo de control público sobre el banco rescatado. Ojalá Grecia hubiera recibido el dinero en las condiciones y tipo de interés que obtuvieron los bancos pocos meses antes. Pero donde hay patrón no manda marinero.

Si alguien hubiera tenido la voluntad política de exigir presencia pública en los bancos que pidieran ayuda pública, habría habido al menos dos consecuencias que nos colocarían hoy en un lugar muy distinto al que estamos. En primer lugar se habría impedido que el dinero prestado a un 1% sirviera para comprar deuda pública a un tipo superior: el destino del dinero prestado por el Estado está siendo el hundimiento del Estado. Y en segundo lugar se habría impuesto en la banca la necesidad de facilitar pequeños créditos a las familias y a las pymes  sin entrar en la orgía de financiarización con la que tan feliz fue la banca y sin asfixiar a las pequeñas economías como están haciendo ahora. Podrían incluso haber paralizado los desalojos de casas de quien no puede pagar la hipoteca.

Pero el rescate de la banca, como el rescate de las cajas, no tuvo en ningún caso por objeto evitar que las familias se quedaran sin ahorros ni que los trabajadores conservaran su empleo, ni mucho menos que las víctimas de la crisis perdieran su derecho a una vivienda. Todo lo que se está haciendo está siendo controlado por los mismos poderes económicos que nos llevaron a la crisis y que pretenden que la salida de la misma se conseguirá a base de seguir con más energía por el camino que nos trajo aquí. Y Zapatero siempre logra los votos de Rajoy para poner la alfombra roja a nuestros verdaderos líderes. Dice Escolar hoy que un barón del PSOE sólo se explica la deriva del gobierno si “no nos han contado quién coño manda en Europa“; algunos llevamos tiempo contándolo,  pero desde luego los otros nunca han disimulado quién coño manda en Europa.

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