Ese pequeño grupo al que llamamos los mercados (pero que en realidad son unos pocos seres humanos con suficiente capacidad económica como para hacer subir o bajar divisas e índices bursátiles –aka Gnomos de Zurich-) ha conseguido un triplete en una semanita parecido al del Barça del año pasado.

El premio menor, el equivalente a la Copa, han sido los enormes beneficios obtenidos en sólo una semana. El ataque comenzó el lunes pasado. El Ibex 35 estaba en 10.422 puntos. Desde esas alturas los Gnomos vendieron gran cantidad de acciones provocando una caída de precio. Con esas ventas masivas y sus instrumentos de persuasión (la puesta en circulación del rumor según el cuál existían rumores) generan la certeza de que va a haber una racha prolongada de caídas hasta que llegue la caída final. Así, los aspirantes a Gnomos continúan el ejemplo hasta que llegamos a la tarde del viernes con el Ibex 35 en 9.046 puntos. Entran en acción los gobiernos europeos y el lunes los Gnomos se ponen a comprar (baratísimo) consiguiendo el efecto inverso: las compras masivas vuelven a llevar en un sólo día al Ibex 35 casi tan arriba como estaba antes de la pirotecnia (10.351). Vendieron a 10.000, compraron a 9.000 y lo comprado en 9.000 vuelve a valer 10.000. No es una burbuja ni un casino, oiga, no me sea demagogo. ¿Es que vamos a creer en Gnomos a estas alturas?

Un torneo más importante es la Liga. En este caso el equivalente son las consecuencias en política económica que ha tenido esta semana. Todos los gobiernos han comprometido una política brutalmente restrictiva del gasto público. España, que ya había anunciado serios recortes, anuncia 5.000 millones menos de gasto público para 2009 y 10.000 para 2010. Se sigue rechazando la posibilidad de una reforma fiscal que permita más ingresos y de manera más justa y se apuesta por meter la tijera en el gasto público. Se pedirá austeridad a las Comunidades Autónomas, que son las que pagan la Sanidad y la Educación. Cualquiera intuye que el mercado laboral también sufrirá reformas en la dirección de las que nos han llevado al 20% de paro. Es un buen trofeo, pero los Gnomos ya estaban acostumbrados.

El trofeo realmente importante es el que hace a los Gnomos campeones de Europa: la Champions League. Y este torneo lo han ganado con una majestuosidad implacable. Han puesto la apisonadora y el supuesto rival ha sacado el pañuelo blanco y se ha rendido. Está bien conseguir enormes beneficios a corto plazo. Está bastante bien obtener a medio plazo cambios que favorecen a las economías más potentes. Pero lo maravilloso es la capacidad de someter a los gobiernos y ponerlos en cintura en una sola semana. Los Gnomos han conseguido arrodillarlos e imponerles su política económica en siete días, forzarlos a reunirse de urgencia, a crear un fondo de tres cuartos de billón de euros e imponerles una vuelta de tuerca neoliberal más. Salvo que alguien me refresque la memoria, una humillación tan rápida es la más eficaz demostración que ha habido en muchísimos años de quién manda aquí y de que las elecciones (o esas encuestas del CIS) son sólo una competición por ver quién es la marioneta que ejecutará los planes de los Gnomos. Las verdaderas tijeras son las que dejaron hecha unos zorros la ilusión democrática.

Aquí manda quien manda. No estamos acostumbrados a que se demuestre con tanta ostentación. Así que habrá que hacer una plantilla distinta para la próxima temporada, más ofensiva, para intentar quitarles el balón y ser nosotros quienes mandemos en el juego. Podemos. A por ellos, oé.

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