A nuestro Gobierno no le gusta chupar cámara y por eso prefiere que las buenas noticias nos las den otros. Así sucedió cuando la ministra de Exteriores israelí comunicó al mundo que había convencido a Moratinos de que se dejara de investigar crímenes contra la humanidad, que ojo por ojo y el mundo acabará ciego. El Gobierno respondió entonces que no, como quitándose méritos, que sólo realizaríamos ajustes procesales: el ajuste fue la eliminación de la justicia universal en nuestros procesos, como anunció Tzipi Livni. El sábado tuvimos otra buena nueva que nuestro pudoroso Gobierno silenció para no llevarse todos los aplausos y permitió que el vice-presidente de los Estados Unidos de América lo anunciase.

España va a volver a llevar tropas a Irak. No sabemos cuántos pero sí que unos cuantos Guardias Civiles (es decir, militares) se desplazarán a Irak para formar a la policía de frontera del país ocupado. No sabemos casi nada, sólo lo que insinuó Biden tras su encuentro con Zapatero. Pero el hecho de que fuera Biden ya es algo. No es la marioneta de Bagdad quien solicita a la marioneta de Moncloa esa ayuda, sino el vice-presidente de la potencia ocupante quien hace una oferta que Zapatero no podrá rechazar y quien después comunica a los periodistas de la colonia hispana que volverá a haber militares españoles en el Irak ocupado.

La escenificación hace evidente a qué van las tropas españolas: a colaborar con la ocupación militar. Por ello es el vice-presidente del país que ocupa Irak quien organiza la fiesta. Y el repertorio de excusas para participar en la ocupación de Irak se agotó en la primera fase: ya no cuela que aquello sea una misión de paz, ni de democratización y tampoco parece que vayamos a tragarnos que las fronteras iraquíes son tranquilas zonas hortofrutícolas; habrá quien intente convencernos de que los guardias civiles irán a esas fronteras a construir hospitales.

Pero ya no cuela. Lo único que cuela es el silencio, el intentar que no se entere nadie. Seguro que por alguna razón ontológica no es lo mismo ver a Zapatero colaborando con Obama: ambos ocupan Irak a disgusto, como queriéndose ir. Para los iraquíes es un consuelo. Volvemos a salir del rincón de la Historia.

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