Por sorpresa hemos descubierto que aquel control rutinario impecable en abril reveló que había empeorado una calcificación pulmonar que Juan Carlos de Borbón tenía desde hace años. Nos hemos enterado de que no sólo aquel control no había salido tan bien, sino que desde hace años había un problema, por pequeño que fuera, que se ocultaba al dar a conocer el excelso estado de salud del Jefe de Estado. Por supuesto, desconocíamos ese nuevo examen médico y mucho más que habían detectado algo que necesitaba ser operado de urgencia, hasta el punto de que no han podido esperar ni una semana a operarle para poder participar en la cumbre Euro-Latinoamericana de la semana que viene (yo esperaba que se pasara por Enlazando Alternativas).

Si uno tuviera que fiarse de la veracidad de la Casa Real, tendríamos que pensar que en la heroica familia nunca ha habido una intervención por amigdalitis o por alguna hernia o acaso por una berruguita… Sólo tuvieron que informar de que le habían puesto una nariz nueva a Letizia (que al fin y al cabo no tiene sangre azul) para que la pudiéramos reconocer en las fotos. Del resto de la familia, la primera mala noticia médica de importancia que conocemos es esta operación de entre siete y ocho horas tres horas de máxima urgencia que están practicando al patriarca del clan.

No es un caso único: los jefes de Estado (especialmente monarcas y dictadores, pero no sólo), los Papas, etc. nunca enferman. Hace unos días supimos que Ratzinger no iba a viajar a Tailandia por motivos de salud (aunque desconocemos cuáles porque oficialmente está como un torito) y que dejan el viaje para su sucesor: supimos así que está más pachucho de lo que le gustaría y que en el Vaticano ya se hacen planes para cuando Ratzinger haya muerto. Mientras, los presidentes de todo el mundo intentan hacerse fotos practicando deporte para que veamos su excepcional estado físico (incluida la tableta del carnicerito de las Azores). La supuesta necesidad de tener líderes con una naturaleza sanitaria superior tiene que ser herencia de aquella querencia por caudillos que encarnaran Superhombres. De esa forma tan infantil nos convencen de que, como los antiguos héroes, son hijos de un humano y un dios.

Ese secretismo, la mentira evidente, hace que si nos informan de un costipado supongamos que en realidad estamos hablando de una enfermedad terminal. La salud de esta gente siempre es pasto de los rumores urbanos. No sé cuántísimos años hace que corre la noticia de que Juan Carlos de Borbón está en las últimas por algún que otro cáncer. Sobre Aznar también ha corrido algún rumor parecido. Es lo que se alimenta al intentar hacer sobrehumanos a gente en tiempos en los que estamos dispuestos a creernos muchas tonterías, pero no que haya seres de especial naturaleza orgánica en cargos políticos: desde la serie V preferimos que nos gobiernen seres humanos comunes y corrientes. Por lo visto la Casa Blanca difundió hace unas semanas los análisis de Obama en los que salía que tenía el colesterol un poquito alto: estupendo, seguro que nadie sospecha que en realidad se está muriendo, porque ven que no han intentado convencer de que el cuerpo del presidente es superior al de los demás mortales.

Ahora da igual lo que digan cuando termine la operación del monarca. Si dicen, como dirán, que la operación ha salido de perlas, mañana comenzarán los rumores y se analizará el rictus de Letizia Ortiz para ver si se la ve con ganas o no. No es que haya opacidad sobre la salud: hacen como que informan y evidentemente mienten. Es imposible que a un señor de 72 años que no se ha privado de ningún vicio le salgan todos los controles bien: algunos con 33 años (y muchos menos pecadillos de los que presumir) ya tenemos achaques y no nos preocupa demasiado. Esos rumores que habrá desde mañana y el comienzo de los planes sucesorios (o de los planes por evitar la sucesión) son inevitables porque tanta mentira ha dado demasiado combustible a la imaginación.

Si te ha gustado, ¡compártelo!:

Twitter
Facebook
del.icio.us
Bitacoras.com
Technorati
Meneame
RSS
Print this article!
Turn this article into a PDF!