En España hay dos grandes defensores del sistema electoral británico, que hoy transformará los votos de los ciudadanos en diputados. Aseguran que es un sistema que permite que los políticos estén más cerca de los ciudadanos (como si los ciudadanos no fuesen políticos y viceversa).
La gracia del sistema electoral inglés consiste en que hay 646 distritos electorales, cada uno de los cuales elige a un parlamentario (o parlamentaria, aunque en un sistema así sería imposible exigir la igualdad de género). Es un sistema electoral muy antiguo que tenía sentido cuando los partidos políticos eran organizaciones de notables (un señor importante que se pagaba la campaña y los asesores y utilizaba el partido como una especie de franquicia), cuando había escasos medios de transporte y comunicación (que dificultaban hacer campaña en todo el país) y cuando apenas había desarrollo matemático de leyes electorales por lo que la regla más sencilla era que quien obtuviera un voto más, se llevara toda la representación. En España tuvimos un sistema electoral similar durante la Restauración y durante la II República.
Eso ha acarreado que el Partido Liberal-Demócrata haya obtenido varias veces cerca de un 20% de voto pero haya sido invisible porque no tenía el voto concentrado en distritos electorales en los que ganara. En las elecciones de hoy las encuestas anuncian un cierto equilibrio entre los tres partidos más grandes, por lo que posiblemente sí haya tres grupos parlamentarios fuertes. Esa igualdad puede dar casos de distritos en los que uno de los partidos tenga un 34%, otro un 33% y otro un 32% de votos: en ese distrito un 65% de los votantes no tendría absolutamente ninguna consecuencia parlamentaria, dos tercios de los votos irían a la basura. ¿Ese 65% se sentirá más cercano a sus representantes?
No hay posibilidad de hacer encuestas que proyecten fiablemente el resultado electoral en escaños en las elecciones de hoy dado el tamaño de cada circunscripción electoral. Hace unos días un estudio afirmaba que en caso de que los tres partidos obtuviesen un tercio de los votos, lo más probable es que los laboristas obtuviesen mayoría absoluta dada la distribución geográfica de sus votos. Desconozco el grado de fiabilidad de ese estudio pero es una hipótesis perfectamente posible con un sistema electoral como el inglés en el que cuenta mucho más la distribución territorial del voto que la agregación del voto de la ciudadanía. ¿De verdad hay quien piensa que un parlamento tan diferente del país al que dice representar sería percibido como más cercano a la ciudadanía?
Curiosamente quienes defienden en España ese modelo tan anclado en la división territorial son quienes más aluden a España como una gran nación indivisible, unitaria,…: Esperanza Aguirre y José Bono. Tal supuesta paradoja tiene su explicación. El sistema mayoritario por circunscripciones uninominales (el inglés) es un estupendo caldo de cultivo para el caciquismo: rotas las estructuras políticas colectivas aparece un único referente político personal. Sólo un diputado puede conseguir que haya (o no) tal o cual inversión del parlamento en la zona y quien quiera que le vaya bien en el reparto sabe que tendrá que llevarse bien con el diputado y éste tiene todas las posibilidades de eternizarse en el cargo directamente o por persona interpuesta.
Estar cerca no siempre es bueno: lo primero que urge ante un agresor es una orden de alejamiento. Las instituciones tienen que estar cerca de la ciudadanía siempre que la ciudadanía esté por encima de las instituciones. Si se quiere acercar las instituciones electas al conjunto de la ciudadanía hay tres medidas complementarias para conseguirlo: hacer de las instituciones un reflejo lo más aproximado posible de la voluntad real del conjunto ciudadano, introducir mecanismos de participación vinculante para que no sólo se decida quién sino también qué e imponer la democratización real de los partidos políticos (tal y como marca en España la Constitución) para fomentar la participación política de los ciudadanos.
Seguro que ni Esperanza Aguirre ni José Bono son partidarios de reformas en esa dirección. Porque de lo que se trata no es de estar cerca de la ciudadanía, sino de tenerla atada en corto.
Si te ha gustado, ¡compártelo!: