8 de abril de 2010: Aznar declara que “El PP debe seguir siendo incompatible con la corrupción“. 2 de mayo de 2010: Esperanza Aguirre afirma que “la corrupción es algo consustancial a todas las instituciones“. Cualquier ser humano racional puede terminar el silogismo cuya conclusión es necesariamente que el PP debe estar fuera de todas las instituciones. ¿Cualquier ser humano racional? No. En realidad desde la lógica neo-conservadora de Aznar y Aguirre ambas frases pueden ser perfectamente coherentes con su presencia en las instituciones. Veamos.

Los liberales actuales (no los respetables liberales ilustrados) se caracterizan por su aversión a lo público. La frase de Esperanza Aguirre no es que la corrupción es consustancial al ser humano, que sería lo coherente dentro del pensamiento liberal más reaccionario (desde Hobbes al padre de los neo-con, Leo Strauss): el hombre es un lobo para el hombre, así que desconfiemos y compitamos, engañémonos, dominemos al otro si se deja porque si no será él quien nos domine; eso de la igualdad, la libertad y la fraternidad es para hippies ingenuos.

Esperanza Aguirre no habla de los seres humanos, sino de las instituciones: todas ellas son consustanciales a la corrupción. Es decir, la corrupción (como la prevaricación) no es posible más allá de las instituciones porque el ciudadano tiene el derecho (si no el deber) de impedir que el Estado le saquee o de conseguir saquear al Estado y para ello todo vale: la lucha es entre los ciudadanos y el colectivo, el Estado.

Así, ese supuesto ciudadano no es un corrupto por el mero hecho de pagar a un concejal (o financiar un partido) para conseguir una adjudicación, ni por defraudar a Hacienda, ni por falsificar datos, ni… No, todo eso es el devenir normal de un ciudadano que lucha por su supervivencia frente a la máquina totalitaria estatal (el colectivo es necesariamente totalitario) que todo lo quiere para sus corruptos (éstos sí son corruptos). Llevada la perversa lógica neo-con a un extremo nada imaginario, ese ciudadano en lucha contra el Estado también podría plantearse una táctica quintacolumnista: introducirse en las instituciones para seguir saqueándolas como legítimo objetivo ciudadano.

En estos términos neo-con para que sea compatible la presencia del PP en las instituciones con su esencia incompatible con la corrupción y con la esencia corrupta de todas las instituciones hay que considerar que el PP no es parte de las instituciones. Sería más bien un instrumento ciudadano para saquear al Estado bien sea a través de la privatización directa o encubierta de todo lo que huela a público o de correazos más o menos obscenos. Como los ciudadanos no son corruptos sino que se defienden, el PP sería incompatible con la corrupción porque al fin y al cabo no sería un partido político, no es parte de las instituciones, sino una sociedad mercantil cuyo objetivo es parasitar las instituciones.

Lo bueno de ambos, Aguirre y Aznar, es que se creen mucho más inteligentes que lo que en realidad son y por eso muestran demasiadas veces sus vergüenzas en público. Mientras, como mirando para otro lado, otros también ayudan a dejar al Estado escuálido atacándolo por tierra, mar y aire.

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