Hace un par de días el INE cometió el error de publicar durante unos minutillos que el paro llega al 20%: coincidió con que un redactor del ABC estaba mirando la web del INE (quién no la actualiza cada cinco minutos) y conocimos de rondón el terrible dato. Los comentarios sobre ese 20% están siendo tibios pues ha cundido el ejemplo de reacción del PP ante la Gurthel: cuando sabíamos lo que se estaba investigando decían que eran filtraciones interesadas y que lo importante era conocer lo que había a través de la apertura del sumario; cuando se abrió el sumario se dijo que no había nada nuevo, que lo sabíamos todo (en esas filtraciones que no comentaron porque hasta que se abriera el sumario…). Con el paro el Gobierno ha copiado parcialmente la táctica: cuando ese inmenso error nos dio a conocer que una de cada cinco personas que querrían trabajar no encuentran trabajo respondieron que como no era un dato oficial no había respuesta; para cuando haya dato oficial, ya estará amortizado y esa valoración (tan sencilla, por otra parte) no interesará a nadie. Zapatero ha sido el único que se ha lanzado al ruedo con una de esas predicciones que tantas alegrías nos han dado: ni íbamos a caer en una crisis económica ayer ni va a subir más el paro a partir de mañana. Porque yo lo valgo.

Así que el dato del paro apenas ha sido comentado. Sin embargo, un par de días después una de esas empresas que vive de la economía especulativa, de las políticas monetaristas y del neoliberalismo llevado a sus extremos (es decir, una de esas empresas cuyos intereses nos han llevado a la crisis) ha decidido bajar la nota que coloca a la deuda pública española. Al instante y en posición de saludo, ¡ar!, ha habido una ronda de intervenciones de todos los grupos parlamentarios y organizaciones sociales: desde el que interpreta que Standard&Poor’s lo que está pidiendo son reformas estructurales y una reforma laboral (y lleva razón: pide eso porque es lo que esa empresa considera que le garantizará su propia prosperidad) hasta el portavoz de ERC que otorga a esta empresa privada la capacidad para mostrar que los mercados suspenden al Gobierno. Sólo IU ha negado valor a lo que diga S&P por no ser una valoración independiente sino la de una parte interesada en condicionar la política económica hacia un privilegio aún mayor de los especuladores a costa de los derechos de los trabajadores.

La escenificación de esta semana ha sido parecida a la de un adolescente la semana en que va a entregar unas notas malas. Si el adolescente va a suspender Matemáticas y Educación Física llega a casa y anuncia que está tristísimo porque cree que va a suspender Educación Física por tercera evaluación consecutiva. “No te preocupes, hijo, a lo mejor al final te aprueban y, total, Educación Física es una maría”, contestaría un padre benevolente y el hijo prometería que el siguiente trimestre aprobará Educación Física (sin explicar cómo se volverá más atlético ni por qué merece confianza en una asignatura que lleva susendiendo todo el curso). El viernes aparece el hijo con el suspenso en Educación Física pero también el de Matemáticas pero tenía la respuesa ante el ademán de regañina paterna: “¡Ya te dije que estaba tristísimo porque iba a suspender!“. Lo malo, lo que casi es más terrible que las notas (o más bien las explica) es que consideremos maría el paro y nos tomemos en serio la nota de S&P, que es el suspenso que no toleramos.

Si te ha gustado, ¡compártelo!:

Twitter
Facebook
del.icio.us
Bitacoras.com
Technorati
Meneame
RSS
Print this article!
Turn this article into a PDF!