Ayer registraron Gaspar Llamazares y Joan Herrera una proposición de ley para que la Ley de Amnistía se someta expresamente al derecho internacional y por tanto no sea aplicable a delitos de lesa humanidad.
En realidad tal proposición no debería ser necesaria: la Constitución exige interpretar las leyes relativas a derechos humanos conforme a los tratados internacionales y es posterior a la Ley de Amnistía. Toda ley que amnistíe delitos contra la humanidad es nula. Además, en ningún artículo de esa ley se dice que no se podrá rescatar los cadáveres de los asesinados ni se da cobertura a los robos de niños (¿se hicieron con intencionalidad política?). Pero esa Ley de Amnistía es la excusa que esgrimen quienes se niegan a que nuestra Historia dé la espalda a nuestros genocidas.
Ahora toca retratarse. En un país normal la votación sería unánime y todos los diputados se levantarían a aplaudir emocionados. En el país que muchos creen que tenemos la votación sería ampliamente mayoritaria con la única discrepancia del Partido Popular, que se inventaría alguna excusa para seguir estando al lado de los violentos. En el país que realmente tenemos, es probable que el PSOE elija un mal bando y se oponga a que España eche sus raíces en la democracia y no en el crimen.
Decía ayer El País:
Obviamente, la iniciativa no tendrá mayoría suficiente para salir adelante, porque ni el PSOE parece dispuesto a apoyarlo a priori.
“Obviamente“. Reconozco que me sorprendió leerlo. No soy una persona demasiado complaciente con el PSOE y sin embargo tiendo a creer que no tendrán la poca vergüenza de traicionar tan cruelmente a su gente. ¿Qué excusa darán? Probablemente no haga falta ninguna. José Blanco criticaba el otro día que Falange fuera legal pese a que la Ley de Partidos faculta al Gobierno para impulsar la ilegalización de fuerzas políticas y no ha movido un dedo al respecto. No les cuesta aplaudir una causa popular mientras se ponen todos los obstáculos para que prospere.
La Ley de Amnistía se aprobó en su momento como forma de liberar a los presos políticos que aún había en prisión. El hecho de que la izquierda la apoyara y los franquistas de Alianza Popular se opusieran nos muestra que el objetivo en su momento era razonable, pero que con el paso de los años se ha pervertido su intención para convertirse en el sostén jurídico de fascistas y genocidas.
Hoy no hay equívocos, ni ruido de sables ni nada que justifique la pervivencia de los aspectos contrarios al derecho humanitario de la ley. Tampoco hay presos políticos que estén en la calle gracias a ella. Es una ley que viola la legalidad internacional, que sólo ampara a genocidas y que está sirviendo para que Falange ponga al país de su lado. Se votará la proposición y cada partido tendrá que retratarse y votar con los genocidas o con sus víctimas, con el Comité de Naciones Unidas para los Derechos Humanos o con Falange. Con los derechos humanos o en su contra, como siempre. Tras tanta palabrería, a retratarse.
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